lunes, 4 de enero de 2016

SONIDOS ARCAIZANTES

En el Vocabulario andaluz de Antonio Alcalá Venceslada, editado en 1933, se mencionan estos dos ingenios de muy arcaizante factura. Es con lo que jugaban los niños y muchachos de barrio y aldea. Son las llamadas chicharras. Las había de dos tipos. Una, dice el citado autor, consistía en un "juguete que hacen los chiquillos con un canuto de caña, una badana tapando un extremo y una cerda en medio de ésta que se ata a un palillo, con el que se da vueltas y produce un sonido parecido al de la chicharra, que le da nombre". La otra, en la misma fuente, es descrita como "juguete infantil que consiste en una vejiga inflada sujeta a un palo y que suena frotándola con una cuerda y otro palo en forma de arco de violín". No sería muy armonioso el resultado pero tendría su gracia. Las vejigas de animales eran muy útiles y se utilizaban, además, para confeccionar petacas para el tabaco, pelotas y globos, también como parche para unos curiosos membranófonos o zambombas diminutas de caña, según constato en la colección de la Fundación Joaquín Díaz.  Si el manejo de una u otra chicharra se acompañaba con los silbidos de un pito confeccionado con una canilla de buitre se obtendrían, sin duda, unos sonidos de aire antiquísimo.