domingo, 26 de abril de 2015

EUGENIA DE MONTIJO VA DE CAZA


Doña Eugenia de Montijo estuvo en España en el otoño de 1863. Fue a cazar a La Albufera. Todo un acontecimiento. El barón de Cortes, hombre de campo y de mundo, estuvo allí y escribió sobre la jornada en sus Recuerdos de caza (1876). Cortes, con el general Prim y otros, era arrendatario del cazadero. El lago estuvo cerrado a toda embarcación durante ocho días, custodiado por guardas y fusileros, para que no se ahuyentase la caza y, ante la calma existente, acudiese la mayor volatería posible. Llegado el día, cientos de coches acudieron a El Saler para ver y vitorear a la Emperatriz. La acompañaban, entre otros personajes, el embajador de Francia, la princesa Murat y los marqueses de Alcañices y Bogaraya. Desde allí partió el pailebot real -el barón de Cortes al frente- junto a un centenar de barquichuelas engalanadas con banderas de España y de Francia, tripuladas -recordaba Cortes- por gentiles valencianas "hijas del cielo y de las flores". Tal despliegue de esplendor y de belleza "más que realidad sublime era el sueño fantástico de una imaginación calenturienta". ¡Qué buena crianza y qué finezas las del viejo dandy!.

Desde un puesto de madera, la Emperatriz y la condesa Scláfani, abatieron innumerables piezas con escopetas ligeras de un solo cañón. Dejó escrito nuestro barón: “el lago parecía una alfombra de plegadas alas y flotantes plumas".

15 comentarios:

  1. Imaginación calenturienta la de Cortes quien no pudiendo describir la gentileza femenina de la reina y sus damas aplica sus deseos sobre las mujeres, probablemente pescadoras, de las clases humildes. ¡Qué pícaro!
    Un saludo

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    1. No da más detalles el Barón sobre la naturaleza y procedencia de esas bellezas, recordadas unos catorce años después de manera tan expresiva. Sí se expresa, desde luego, en términos muy donjuanescos.

      Saludos, doña Carmen.

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  2. Vidal Corella nos cuenta, respecto a esta cacería de Eugenia de Montijo, que un periódico de la época decía que la embarcación de la emperatriz era conducida por un jurado - una especie de alcalde pedáneo - que tenía el privilegio de llevar el timón. Poco queda ya de aquella Albufera.
    Saludos

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  3. Un dato que le agradezco sinceramente. También, cuenta Cortes, que Doña Eugenia comió pan y sardinas gracias a la generosidad de un barquero. Llanezas que a veces tiene la realeza (aunque sea bonapartista).

    Saludos, doña Ambar.

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  4. Faltaban muy pocos años para que su vida diera un giro de 180º en todos los sentidos y para mal.
    Un saludo.

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  5. Cierto, pocos años después los prusianos desfilaban por París.

    Saludos, don Cayetano.

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  6. Pues, muchas gracias por esta entrada de hoy. Ni la Albufera es hoy, ni siquiera cinegéticamente hablando, ni de cualsquier otra forma, aunque sigue esplendorosa; ni Cortes de Pallas, baronía de don Pascual Frígola es la misma, hoy aislada por carretera por un desprendimiento, del resto de la provincia. En la iglesia de San Andrés de Valencia, cuya foto ilustrara mi última entrada, casó el barón.
    Un saludo.

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    2. Sabía yo, señor DLT, que le iba a interesar esta entrada. Sepa usted que espero con impaciencia su próximo escrito para conocer aspectos tan relevantes del mundo del barón de Cortés.

      Saludos.

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  7. Las precauciones ya se tomaban en su tiempo, no me la imagino en la caza, un saludo.

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    1. Me pregunto como se las arreglarían las dos señoras para manejar la escopeta con esos vestidos y esos rígidos accesorios ornamentales, casi ortopédicos.

      Saludos, doña Mari-P-R

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  8. Una gran señora que se había ganado las simpatías de españoles y franceses por su refinamiento e inteligencia y que aún mantenía unas excelentes relaciones con la nobleza de su vieja patria. A modo de curiosidad que sería ella la encargada de inaugurar el Canal de Suez, así como poner de moda otra diversión noble de la época: el veraneo en Biarritz.

    Un saludo.

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  9. El barón supo adornar la escena con relamidos versos. El revuelo debió de ser considerable y no menor que el de las aves abatidas.

    Saludos

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  10. Una influencia, por otra parte, desproporcionada, sólo explicable por la dependencia de la política española respecto a Francia.

    Saludos, Carolus Rex

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  11. ¿No me diga que no estuvo fino el Barón, doña Amaltea!.

    Saludos.

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