jueves, 10 de abril de 2014

UN MAYORAZGO EN LA RIOJA




Galdós describe en De Oñate a La Granja la vida diaria de una casa grande en La Guardia -la hacienda de Castro Amézaga- en tiempos de la Primera Guerra Carlista. El texto nos aproxima a la vida del campo de otros tiempos, dependiente ya del mercado y de los precios, con libros de cuentas, pero con muchos rasgos de una economía doméstica y cerrada, no muy alejada de patrones medievales en pleno siglo XIX. Se iniciaba la jornada con la preparación del amasijo y del horno para el pan. Se entregaba uno de cinco libras a cada pastor o campesino con la correspondiente olla de habas. Además se encendían los fogones para la comida diaria de todos los de la casa, en los que se contaba un considerable número de criados. Junto a lo anterior, la mayorazga - pues era una mujer la que conducía con todo orden y rigor la hacienda- debía revisar las cubas y el vino de las bodegas, enviando al alambique el torcido para la elaboración de aguardiente.  Había, también, que contabilizar el trigo que salía de los graneros para la molienda, la cebada para las mulas y lo sobrante para vender en el mercado, todo ello registrado en los correspondientes cuadernos en los que también se apuntaría lo vendido a los marchantes, pagado o no. Por supuesto era siempre prudente escuchar las opiniones de labradores y caseros experimentados sobre las previsiones de la cosecha o acerca de la conveniencia de construir más cubas, las fechas a iniciar las correspondientes labores del campo como cavas, riegos y barbechos, si era más sensato sembrar garbanzos o habas o si vendría bien meter el ganado a estercolar. Todo esto sin contar las grandes tareas de la siega, la vendimia o el esquileo de ovejas.

8 comentarios:


  1. La descripción da cuenta de que no era moco de pavo administrar una hacienda; requería buena organización, sentido común, mucho trabajo y no despreciar el conocimiento y experiencia de los más ancianos. Y contar con la buena suerte. Todo se aprovechaba para algo.
    Saludos

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    1. Exigía un trabajo y una dedicación considerables. Uma verdadera gestión empresarial. Es lo más alejado del tópico del terrateniente ocioso. A esto se uniría la obligación de cuidar y velar por los de la casa.

      Reciba mis saludos, doña Amaltea.

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  2. Buen papel tenía la mayorazga, si señor.
    Un saludo.

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    1. Mando en plaza no le faltaba. Toda una señora, sin duda.

      Saludos, amigo DLT.

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  3. Una economía tradicional de subsistencia con un pequeño sobrante para mercadear con él. Lo de la olla de habas era muy típico. De ahí el dicho popular de sobras conocido "en todas partes..."
    Un saludo.

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    1. Parece, con todo, una economía bastante desahogada. Sin grandes lujos, desde luego, pero carente de estrecheces.

      Saludos, don Cayetano.

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  4. Un vocabulario y unas fanenas de las que parecemos querer desprendernos con nuestro aire suficiente de urbanitas empedernidos y se encuentran ahí diluidas en una sangre heredada desde hace siglos y regada por el sudor del esfuerzo agrícola.
    Un saludo

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  5. Ha dado usted, con una de las claves del texto de Galdós.Tiene, además, un gran valor documental.

    Saludos, doña Carmen.

    Sal

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