Trata la carta de mortificaciones y ejercicios espirituales. Era para un predicador que se adivina desasosegado, inquieto y riguroso. La escribe san Juan de Ávila. Uno de los grandes de nuestro siglo XVI.
Dice, entre otras cosas: "Después de comer huelgue un poco el pensamiento, que aunque parecen que cuando pican la piedra del molino no se haze nada, mucho más se hace en aparejarla para más moler. Y si su cabeça a menester un poco de sueño, tómelo en hora buena".
Nadie negará que es una brillante defensa de la siesta. Y un buen consejo ahora que los calores arrecian. Además, nadie ha dicho que el negocio de la salvación tenga que resolverse con sueño y bostezos.
¡Albricias! Nos tenia preocupados. No se si se habia dado cuenta, pero algunos blogueros que seguimos a vuesa merced, vimos -y lo comentamos en algunas entradas- con desasosiego que su blog habia desaparecido de la red, lo daba como inexistente cuando se quería acceder a el.
ResponderEliminarO toco usted algo de la configuración, o el Blogger sigue haciendo diabluras, aún a estas alturas. Me alegra ver que solo ha sido un susto.
Monsieur, qué grata sorpresa encontrarlo de nuevo por aquí cuando ya había perdido la esperanza!
ResponderEliminarLe cuento que éramos incapaces de encontrar su blog. De pronto aparecía como que se había suprimido, y ya no se podía acceder a él. Yo lo intenté en días diferentes, por si era un problema pasajero de blogger, pero no fui capaz, ni a través de mi blog ni buscándolo en google. Ya lo había desenlazado de seguidores, dándolo por perdido. Me alegra que se haya solucionado.
En cuanto a la siesta, le diré que nunca he sido capaz de adoptar esa costumbre. Y no es porque no sea dormilona! Si me dejan, por la mañana duermo lo que sea. Pero mire, la siesta no.
Feliz tarde, monsieur
Bisous
A deshora he leído su entrada, amigo del Retablo, pero prometo seguir el consejo mañana.
ResponderEliminarSaludos.
El consejo de holgar un poco el pensamiento después de comer lo vengo practicando desde hace tiempo, pero ahora, respaldado por el beato Juan, me lo impondré casi como una obligación diaria. Las cartas de época tiene un lenguaje sabrosísimo. Genial la entrada. Un saludo.
ResponderEliminarMi suegro decía: "Después de comer, ni una línea leer." Tras la ingesta de alimentos, lo suyo es el relajo, el adormilarse, dejándose llevar por los caminos de Morfeo, la siesta si me apuran, tambien llamada "el yoga español."
ResponderEliminarAunque lo más sano es la "calamochá", la cabezada, el quedarse traspuesto unos instantes, no "la siesta de orinal, pijama y padrenuestro" que decía Cela.
Un saludo.
Un saludo.
Veo que la tan española costumbre del reposo, cabezadita incluida, después de comer, viene de lejos y estaba bien considerada incluso por autorizados frailes como el beato Juan de Ávila.
ResponderEliminarComo es habitual en usted, la brevedad de su artículo no hace más que realzar su calidad. Ya sabe que somos muchos los que estamos atentos a sus periódicas publicaciones en su blog, interesantísimas, que nos gusta seguir siempre. Reciba señor del Retablo un saludo muy cordial.
Pues mira, yo soy muy de siesta de verano (cuando puedo, claro). No hay como ver las rendijas de luz que entran por la persiana baja desde el mundo brillante y cálido hasta un cuarto en penumbra. Ese silencio y ese dejarse dormir... Me gusta que Juan de Ávila, por los motivos que sean, esté de acuerdo conmigo, je.
ResponderEliminarY me gusta el nuevo aspecto del blog, se cansa una de tanto diseño. (Casi) negro sobre blanco. Muy bien. Me alegra que hayas publicado, desde hace un tiempo tu blog me salía como "desaparecido" en blogger. Lo hubiese sentido.
Saludos de su lectora.
La mente bien vale un reseteo entre actividad y actividad para que funcione al cien por cien. Yo no soy mucho de siesta, aunque reconozco que hay veces, las menos, que el cuerpo desea un fugaz y relajante sueño y es entonces cuando se aprecia el efecto balsámico de ella.
ResponderEliminarTe habíamos echado de menos.
Saludos
Vuelvo don Lorenzo. Y mi ausencia se ha debido a mi desconocimiento. Me honra que usted haya notado mi falta.
ResponderEliminarReciba mis saludos.
Siento, Dame Masquée, sinceramente las molestias que haya podido provocarle mi torpeza en estas lides de la red. Muchas gracias por su interés que, en verdad, no merece este cuadernillo sobre cosas viejas y olvidadas.
ResponderEliminarY el mundo se divide, en cierta medida, entre los que duermen la siesta y los que no. Y en ambos casos se trata de una opción comprensible.
Reciba mis saludos.
Seguir el buen criterio de Juan de Ávila no puede ser mala elección. Esto lo podrían acreditar muchos ingenios.
ResponderEliminarReciba mis saludos don José Miguel.
Muchas gracias señor Chimista. La verdad es que esta carta aporta un argumento irrebatible y edificante para los partidarios de la siesta.
ResponderEliminarReciba usted mis respetos y ya sabe que tiene aquí su casa.
Las siestas breves, don Cayetano, tienen unos efectos casi mágicos. Todo esto es cosa de asombro. Los partidarios de las siestas largas son, por otra parte, muy ritualistas y ceremoniosos. Me da la impresión que la propuesta por Juan de Ávila corresponde a lo que usted muy bien, muy a la española, califica de "quedarse traspuesto". La lectura de libros tediosos puede, por supuesto, ser un probado medio para dormirse sin dilación alguna.
ResponderEliminarMuchas gracias y saludos.
Imaginemos el sueño de una tarde de junio, en las umbrías de un huerto conventual.
ResponderEliminarMuchas gracias señor de la Terraza. Su genorosidad es de crónica antigua.
Reciba mis saludos.
Nuestros veranos no dan cuartel, doña Olga, tanto en el Valle del Ebro como en la Andalucía interior. Hasta los ascetas tenían que darse un respiro, como bien atestigua Juan de Ávila. Dios no pide imposibles.
ResponderEliminarY reciba usted mis excusas por los problemas y la pérdida de tiempo que haya podido ocasionarle al tratar de encontrar este cuadernillo. Se debe a mi desconocimiento y nada más.
Reciba mi agradecimiento y mis saludos.
Estaba preocupado por usted, pensé que en el peor de los casos habría clausurado el blog, me congratulo de que finalmente todo haya quedado en un susto :-))
ResponderEliminarPor cierto acabo de levantarme de una buena siesta ¡¡ qué gran invento este !!
Gracias por su entrada y no nos pegue más sustos de este tipo, :-))
Por cierto que ahora caigo en la cuenta de que en la entrada pone 'Beato Juan de Ávila' cuando es santo (y de los grandes: hubo noticias estos días de que se rumoreaba que se está discutiendo si puede llegar a Doctor de la Iglesia).
ResponderEliminarYo de él sólo he leído Audi, filia, un libro admirable de principio a fin.
Y fui un tiempo profesor en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), donde nació.
Perdone los inconvenientes que ha provocado mi torpeza señor de Mingo. Y ya veo que sigue usted el consejo de san Juan de Ávila para, descansado, seguir con los estudios históricos.
ResponderEliminarMuchas gracias y mis saludos.
Razón tiene usted don Ángel. Es un error en el que pertinazmente suelo caer, como en tantos otros para mis pesares. Se debe el desliz a que siempre consulto una edición de Espasa Calpe, Clásicos Castellanos, anterior a la canonización y en la que Juan de Ávila era todavía beato, y sin darme cuenta como tal lo cito. Confío en que el de Almodóvar no me lo tenga en cuenta.
ResponderEliminarCorregido queda. Y de Audi, filia, tomo nota y queda pendiente de lectura.
Gracias por su comentario y reciba mis saludos.
Es usted muy amable doña Carmen. Y ya sabe que soy todavía muy poco perito en estas tareas tecnológicas. Pero, poco a poco, me apañaré mejor.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Desde luego cuando el sueño aprieta y la modorra nos acosa después de comer una siestecita (no muy larga) puede cargar las pilas y hacer subir nuestra productividad. Buenos consejos los de este sabio.
ResponderEliminarUn regio saludo.
Desde luego. Si los ejecutivos y expertos, que tanto leen a Sun Tzu, debían recurrir a san Juan de Ávila para sus consejos destinados a mejorar la eficiencia.
ResponderEliminarSaludos Carolus II.
Hay un tipo de siesta menos conocida, "la siesta del carnero" decimos por aquí, que se suele dar en los que madrugan mucho y a eso de las 12 de la mañana apetece, aunque sea sentado, echar un sueñecito.
ResponderEliminarSaludos.
Es una siesta muy apacible. Y de efectos prodigiosos.
ResponderEliminarSaludos, don Eduardo.