lunes, 10 de agosto de 2015

UNA MODESTA FAUNA FANTÁSTICA


El campo ha sido siempre fuente de peligros. Y no sólo por los lobos y los ladrones. Así, los lisos y los tiros eran muy temidos en ciertos medios rurales. Para unos eran salamandras y para otros eslizones, luciones o culebras de cierta peligrosidad. También se identificaban con las alicántaras de imprecisa y confusa identificación. La prevención hacia estas criaturas era general. Recuerdo que, a finales de los ochenta, en una aldea, entre la Sierra de Segura y la de Alcaraz, un vecino, de edad provecta, las describía como sabandijas de las que más valía guardarse y que vivían, silenciosas y acechantes en las chimeneas, cerca del fuego. Lo decía cuando, allí, estábamos cerca de la lumbre, en una fría y todavía temprana primavera. "Si te pica el alisón coge la espuerta y el azadón" afirma un agorero refrán. También existía la creencia de que el liso era el macho de la víbora y se le atribuía la capacidad de chupar, durante largos ratos, la sangre de sus víctimas. Si conseguía herir a algún desgraciado con la lengua, aseguraban, la tragedia era inevitable. El Dr. García Ramos ha escrito textos muy documentados sobre creencias relacionadas con estos animales que constituyen, a su manera, una modesta fauna fantástica propia de nuestros campos. El liso es, en la creencia popular, tan rencoroso que persigue aviesamente a sus víctimas y las ataca cuando duermen -con temeraria despreocupación- la siesta.  Manuel Alvar, Antonio Llorente y Gregorio Salvador recogieron, además, interesantes referencias sobre estas criaturas en su Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía, a principios de los cincuenta.

2 comentarios:

  1. Quita, quita. Deja de hablar de semejantes reptiles pues solo de recrearlos en mi mente me producen escalofríos. Por aquí en estas fechas no es extraño encontrarse, por lo menos, con una víbora en cualquier camino del monte.
    Un saludo

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