domingo, 29 de diciembre de 2019

VELETAS

Las veo arriba, en la vigilia de estas noches de invierno, cercadas de montes, sobre las torres de la Catedral. Las veletas están emparentadas con los faros de las costas en su escrutinio del tiempo y de las lejanías, y dan testimonio de verdad del destino de los vientos. El presbítero don Antonio Lobera y Abío en su libro El porqué de todas las ceremonias de la Iglesia y sus misterios (1758), escribe sobre las veletas. Decía que era costumbre antigua poner sobre la cruz un gallo como símbolo de prelados y predicadores y que la veleta  “es al modo de banderila, que se vuelve a todos ayres, y está debajo de la Cruz, nos da a entender que en todo ayre, próspero o adverso, hemos de tener la Cruz sobre nosotros, que es la señal del verdadero cristiano”. 

jueves, 12 de diciembre de 2019

EL MONTE SIN BELLOTAS (1662)

En el otoño de 1662, los ganaderos de cerda de mi concejo estaban muy apesadumbrados. Ellos, señores de reses tan galanas - alegría, gloria y ornato de los montes de Jaén- dieron cuenta al Cabildo municipal de las penurias que padecían por ser “año esteril y no la avía [bellota] en todo este Reino y comarca sino era la que se había reconocido en la dehesa de la Mata”. Fue un tiempo de sequía o, al menos, de lluvias tan tardías como menguadas. El 24 de noviembre de ese año, por Santa Catalina, en el citado Cabildo se consideró prudente oficiar rogativas a la Virgen de la Capilla “respecto de estar el tiempo tan adelante y el pueblo afligido no aver acudido a tiempo los temporales”.
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Archivo Municipal de Jaén, Actas, 1662, cabildos de 6 de octubre y 24 de noviembre.


jueves, 21 de noviembre de 2019

FUE EL DILUVIO (1694)



Recordemos los grandes temporales, las grandes lluvias caídas antaño. Como las del dos de junio de 1694 cuando descargaron con furia las nubes sobre Cazorla, en la provincia de Jaén. Se abrieron los cielos durante algo más de una hora y aquello fue el diluvio. Así quedó grabado en los muros de la iglesia de Santa María, para recuerdo de generaciones venideras. Allí las aguas derribaron los muros de la sacristía e inundaron el templo. Este desastre fue relatado por el cronista Baltasar del Castillo. Hasta sesenta y siete personas entregaron el alma y se perdió plata por valor de 10.000 ducados y más de cincuenta sacerdotes quedaron sin ornamentos para ejercer su ministerio. La tormenta destruyó también la imagen de Nuestra Señora de Gracia y se pudo rescatar la del Santo Cristo del Consuelo, muy venerado por todos los vecinos, “que se sacó al otro día mojado hasta la mitad y herido de las piedras”. Daba pena contemplar todo esto en aquellos días en los que acababa el siglo XVII.
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*Debo estos datos, así como la fotografía, a Cazorla y su Cristo del Consuelo (1997) de mi admirado y recordado don Rufino Almansa Tallante.


domingo, 10 de noviembre de 2019

ESPINOS ALBARES


Por estos pagos se les da el nombre de majoletas. Son las bayas del espino albar, de un rojo esplendoroso y heráldico, anuncio de los días cortos y pobre mercancía  de vendedores callejeros que, antaño, las llevaban en cestas de mimbre muy viejas. Sabían a campo de otoño, a fruta pasada y a dulzura de octubre. A estas alturas, ya en noviembre, deben de quedar pocas en las ramas por los vientos y las aguas. Iba yo, hace años, a ver este regalo de Dios a la cara norte de Jabalcuz, a dos leguas de mi ciudad, entre alhucemas y enebros. Kipling menciona el espino albar, en su Puck, vinculado a la vieja Inglaterra que quiso recobrar en su retorno. También era planta de la predilección de trovadores y demás espíritus poéticos y caballerescos del siglo XIII.

domingo, 27 de octubre de 2019

GRANADAS


Las granadas me recuerdan a un tiempo viejo. Es una fruta de aparador en casa antigua, de frutero de tías venerables, de muchos años, de huerta con árboles ya sin hojas, en las tardes cortas con olor a humo. Decía don Rafael Ortega y Sagrista, caballero muy erudito de Jaén, y algo pariente mío por los Bonilla, los Toral y los Nieto, que la granada es fruto de invierno y de cuelga, es decir, apropiado para conservar atado a tomizas y espartos en terrados o cuartos fruteros, que deben ser estancias secas y bien ventiladas. Citaba él distintos tipos de granada. La enumeración al respecto es un verdadero tesoro: granadas albares, cajines, zafaríes, ciñuelas y de diente de perro o de Castilla, muy agrias y buenas para acompañar las migas. Las granadas zafaríes nos sugieren la vida de frontera, venturosa y arriesgada, a las ahumadas y cabalgadas del siglo XV. Seguro que los personajes de los romances fronterizos desgranaban granadas tafaríes cuando oteaban los horizontes en los portillos de mi tierra. Ortega y Sagrista rescata del pasado otra palabra, la tastana, nombre que recibe la membrana amarga y amarilla, que separa los gajos.

lunes, 14 de octubre de 2019

EL PRIOR DE LA ROCHELA Y LOS SECESIONISTAS (1642)

Pellicer recogió en sus avisos, correspondientes al cuatro de febrero de 1642, el viaje que hicieron unos catalanes que se levantaron contra Felipe IV en busca de alianzas con Francia y Portugal. Aquí, dice Pellicer, el duque de Braganza los despidió con buenas palabras y poco más, sin compromiso alguno por su parte. Alegó que las penurias del Reino y  sus cortos medios no daban para mucho. Bastante tenían con lo suyo. A la descaminada comitiva secesionista le fue peor, según la fuente citada, en Francia. Fueron a parar a La Rochela y el Prior de esta plaza, al conocer sus fines, les dijo lo que sigue:

 “que se espantaba que los catalanes teniendo tal generosidad del Rey como el de España, que quisiesen sujetarse a otro [el de Francia] que por la menor palabra ponia a los pies la mas principal cabeça y confiscaba sus bienes y tenia puestos tantos tributos que hasta de casarse y de enbiudar le pagaban y de los criados que despedian”.


No contaban con la simpatía del público en general pues “por las calles de La Rochela los llamaban traydores i lo mismo oyeron en Paris tanto que fue forçoso les pusiesen guardia y del Rey Cristianísimo no pudieron alcançar cosa”.

martes, 1 de octubre de 2019

EN EL CASINO DE EL CENTENILLO


En Retablo de la Vida Antigua ya hemos tenido la alegría de citar el libro de Luis García Sánchez-Berbel dedicado a El Centenillo*. Hay una espléndida descripción del casino de este honrado pueblo que el que esto escribe recuerda haber visitado a finales de los sesenta e inicios de los setenta, ya muy en decadencia, camino de la familiar dehesa de Navalcardo. El casino contaba con unos urinarios, y perdonen ustedes por detalle tan poco fino, majestuosos, creo yo que poco menos que eduardianos que bien podrían haber estado instalados en el Royal Albert Hall de Londres. Cuando El Centenillo estaba en pleno esplendor, por la actividad minera, el casino contaba con una notable biblioteca y un salón de juego decorado con diferentes trofeos de caza, entre los que se contaban lobos, jabalíes, ciervos, zorros, águilas, búhos, mochuelos y jinetas. Este alarde de taxidermia no escandalizaba a nadie en aquellos tiempos. Desconozco si se caldeaba con chimenea o estufa de leña. Entre los asiduos al círculo, el autor menciona a un personaje apodado “El Sordo” que al grito de “¡Viva la Guerra!”, como si fuese correligionario de Marinetti, entró a caballo en el salón del establecimiento tras subir, con destreza, cuatro dificultosos escalones. Otro socio era Manolo “El Pelón” que, por ciertas diferencias, descargó su pistola contra un rival aunque, gracias a Dios, sólo le chamuscó la sien, con la lógica combustión capilar. El autor del pistoletazo fue procesado y, además de la pena correspondiente, obligado a pagar el arreglo de la patilla chamuscada en la barbería local.
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*Un pueblo andaluz y minero, 1993.


jueves, 19 de septiembre de 2019

EL CIELO DEL OTOÑO



Cuando Libra haya igualado las horas del día y las del sueño y separa ya la mitad del orbe entre luz y sombras, poned los bueyes al trabajo, labradores, y sembrad en los campos la cebada hasta las lluvias finales del intratable invierno.

(Virgilio, Geórgicas, I, 8-12.)

miércoles, 11 de septiembre de 2019

ANTEOJOS

Los relacionamos con los navegantes, los aventureros de diversa condición y los piratas, al igual que el parche en el ojo y la pata de palo. Era muy del siglo XVII la afición a las lentes. En España, al igual que en otros países, las vendían los merceros. Tengo una relación de precios de tiempos de Felipe IV que mencionan distintos tipos de anteojos, con precios moderados. Es seguro que los había más caros y precisos, de mejor óptica pero éstos que voy a citar eran los que compraba la gente corriente o sin demasiadas exigencias. Había anteojos “de camino”, originarios de París, para los viajeros y caminantes, para aligerar la monotonía de las rutas y otear el panorama. Otros eran de “media catarata”, que era una curiosa manera de calibrar sus aumentos. Había anteojos “de larga vista de cañuto largo”, que venían de Alemania. Debían de ser como grandes catalejos para ensimismarse en las lejanías. También anteojos dobles, quizás similares a los gemelos, de tamaño grande y pequeño. Los precios de estos objetos no eran excesivos, entre los 16 maravedíes y los ocho reales.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

VAGABUNDOS A GALERAS


En las sociedades tradicionales, los vagabundos daban miedo. Los pobres que había en las ciudades o pueblos de cada uno se socorrían o se aguantaban porque así lo mandaban la Iglesia y las obligaciones de vecindad, pero otra cosa eran los vagabundos, gentes errantes, desconocidas y desarraigadas. Georges Lefebvre estudió este asunto en su obra El gran miedo de 1789. A los vagabundos -desgraciados, raros y, algunos de ellos, peligrosos- se les expulsaba de las ciudades y pueblos. Muchos se morían por los caminos o, si tenían suerte, recogidos en algún hospital. Se dictaban bandos en los concejos por los que se les ordenaba salir de los límites municipales en un determinado plazo. A los remisos y desobedientes  las justicias locales les mandaban dar decenas de palos, suministrados por el verdugo local. Conozco algún que otro caso de esta naturaleza, ocurrido en Jaén, en la primera mitad del siglo XVII del que escribiré llegado el momento. En algunos casos las penas en las que incurrían los vagabundos podían ser de mayor severidad. En los papeles de un escribano del crimen de Granada, llamado Pedro de la Fuente, en tiempos de Felipe II, se mencionan varios casos. En 1657 fue condenado “a la vergüenza” y a cuatro años de galeras, un preso en la cárcel de Llerena llamado Lucas Martínez, acusado de “vagamundo”. En 1568 Juan Maldonado Grimaldos de Malla y Francisco Fajardo, estaban en la cárcel de Lorca, por ser vagabundos. En este caso la pena fue más severa, pues fue de doscientos azotes y seis años a galeras respectivamente. Más severa todavía fue la pena impuesta a Juan García: cien azotes y diez años de galeras. Además de vagabundo, era ladrón y “rufián”. Se da el caso de que García, preso en la cárcel de Berzocana, era de oficio zapatero.  

domingo, 16 de junio de 2019

VENCEJOS



Ahora que los campos de trigo y cebada están para mirarlos, y pasar las horas muertas en su contemplación, conviene recordar que los cordeles, ligaduras o ramales, a veces de esparto, que sirven para atar las mieses reciben el nombre de vencejos. Era una palabra de uso extendido todavía en los años cincuenta y así la recogieron Manuel Alvar, Gregorio Salvador y Antonio Llorente en su monumental Atlas lingüístico etnográfico de Andalucía. También García Yebra escribió muy bien al respecto. El vencejo es, además, una criatura del cielo que hace prodigiosos alardes de potencia y agilidad en su vuelo. Decía Sebastián de Covarrubias, a inicios del XVII, que es "ave peregrina, que se va a otra region los inviernos, y buelve los veranos" y la asociaba con las ataduras antes citadas "porque tiene los piezecillos cortos, pero las uñas muy largas, y lo que aprieta lo tiene fuertemente". No puedo decir si tiene o no mucho fundamento esta explicación pero es una maravilla y eso basta. Además, en el Diccionario de Autoridades (1739) se afirma que, en lenguaje de germanía, a la pretina también se le da el nombre de vencejo. Aquí, en la altura de mi observatorio, si se está callado y atento, se escucha, como un regalo, el roce de sus alas cuando pasan cerca. 

miércoles, 15 de mayo de 2019

SAN ISIDRO LABRADOR Y LOS ACHAQUES DE FELIPE III

Volvía Felipe III de un viaje a Portugal, en el verano de 1619, cuando sufrió unas calenturas cerca de Casarrubios, en tierras de Toledo. Las fiebres arreciaron y muchos pensaron que el Rey entregaba el alma. Se difundió la noticia por España y todos vivían entre desasosiegos y rogativas. Puedo referir el caso de Jaén, donde el obispo Moscoso Sandoval tenía informados, dentro de la premura posible en el siglo XVII, al Cabildo municipal. Y de igual manera, con mayor o menor detalle, en el resto de la Monarquía. Para que el Rey recuperase la salud, mandaron llevar el cuerpo de san Isidro a Casarrubios. Decisión sensata, muy española y muy a lo barroco pues, ya antes de su subida a los altares, el santo tenía fama de arreglar desastres en el campo y espantar contagios con la eficacia propia del labriego que ahuyenta bandos de grajillas de los sembrados. Y así fue, el rey más poderoso y más indolente de la Cristiandad rezó y se arrepintió de sus muchos pecados ante los pobres restos de un labrador medieval. Mejoró Don Felipe y, como es natural, se atribuyó a la intercesión del que todavía no era santo. El cuatro de diciembre pudo continuar su viaje a Madrid, donde ya se habían mandado poner luminarias para expresar la alegría del restablecimiento del Rey.

sábado, 11 de mayo de 2019

VISITA DE ESCRIBANOS (1644)

El licenciado don Francisco de Ayala Manrique fue enviado por el Rey a Jaén en 1643. Su misión era visitar, o inspeccionar, las escribanías del Número de la ciudad. Estas visitas se realizaban bien de oficio o como consecuencia de las quejas y denuncias provocadas por abusos en los aranceles, corruptelas y excesos de diversa gravedad y naturaleza. Cabe indicar que el Número de escribanos de Jaén, una corporación influyente y con buenos contactos con el poder municipal, consiguió posponer con éxito esta enojosa obligación en distintas ocasiones mediante distintas excusas y, también, con donativos que siempre eran bien recibidos por la Real Hacienda. Al final, estos remedios no fueron suficientes o carecieron de eficacia y lo que tenía que pasar pasó. El licenciado Ayala se presentó en Jaén como juez de Su Majestad para pedir cuentas a los escribanos, gente astuta y de muy difícil fiscalización. Si, como parece, el visitador se trasladó en incómodos viajes a los pueblos dependientes del corregimiento y jurisdicción de la ciudad, lo engorroso de su tarea fue mayor todavía. Qué duro debía de ser, tras un viaje en incómodas jornadas y horas de cabalgar mulos resabiados, ser víctima de los cabildeos, embrollos y mixtificaciones de alcaldes ordinarios, regidores y escribanos. Era obligado si se quería ascender en el escalafón. No fueron, al final, las cosas mal si consideramos la apreciación del Cabildo municipal de Jaén del que, al fin y al cabo, dependían las escribanías del Número. En febrero de 1644 el Concejo, con cierto tono de alivio y ganas de quitarse de encima al licenciado, mandó escribir al Consejo de Castilla y “donde proceda” para certificar la “rectitud y buen exemplo” del licenciado Ayala “administrando justicia a las partes, visitando los rexistros y papeles de dichos escribanos i los de su jurisdición y villas eximidas con tanto desvelo i cuidado que es fama pública asi de los caballeros i gente noble como de los religiosos y personas particulares que es ministro tan cristiano y tan atento de quien Su Magestad se puede fiar negocios mayores  de su Real Servicio”. 

domingo, 17 de marzo de 2019

DESPERTAR EN VENTA DE CAMINO

Comenzaba la jornada entre ladridos de perros, juramentos de arrieros y descomedidos bostezos de mozos de mulas. Por fuerza tenía que ser ruidoso el despertar de la venta. La noche, mala o regular, en estancias pequeñas o destartaladas, a las que se accedía por escaleras imposibles, con postigos de mal encaje y cuarterones desencajados, horas de mal abrigo con mantas ruanas y piojos maleados por compañeros de cuarto. Poco que ver con las acogedoras posadas de algunos relatos de Dickens. Ya entrado el siglo XIX, la implantación de las diligencias obligó a cierta mejora en los servicios de ventas y demás hospedajes. No creo, la verdad, que se cambiase mucho. Volvamos a la mañana. En un manual de diligencias de 1831, se indica que el viajero de primera, por dos reales, podía desayunar, a elegir, chocolate, café o té -con sin leche- un vaso de leche con azúcar o, para los más castizos, un par de huevos con vino. Por un real más se podía añadir, para iniciar el día y aclarar la garganta, una copa de aguardiente a modo de trallazo. Se servía también un almuerzo-comida que, por ocho reales, constaba “al menos”, según el citado manual, de una sopa o un potaje, un plato de huevos con jamón, una menestra, un asado, una ensalada, un postre y una copa de aguardiente. El pan y vino, a discreción. Los precios, sin ser módicos, no estaban mal.

miércoles, 13 de marzo de 2019

LA ÉPICA SOLEDAD DEL JABALÍ


“La braveza o bravura del jabalí es proverbial y épica, pues que épica Homero nos lo describe destrozando los sembrados, asolándolos cuando irrumpe en ellos de las brañas de su guarida montesa y es también proverbial y también épica su singularidad, el hecho de que obre solo y solitario, señero.”

(Miguel de Unamuno, Definición del jabalí, en La enormidad de España. La imagen: BNE, CC.)

viernes, 4 de enero de 2019

FELICITAR LAS PASCUAS HACE TRESCIENTOS AÑOS

Don Fausto Pereyra, en su Formulario de cartas y billetes, publicado en Madrid, en 1728, nos ofrece algunos modelos para felicitar la Navidad como era debido en personas de buena crianza. Transcribo uno de los más sencillos con su correspondiente respuesta. Observe el lector la sutileza y matices en los parabienes, advertencias, obligaciones contraídas y agradecimientos.

Carta:

La Venida del Humanado Verbo, nos asegura tan ventajosas felicidades como experimentadas Misericordias en que se nos aumentan los motivos de amarle, y se nos acrecientan los de regocijarnos, festejandonos unos a otros. Con el sagrado motivo, pues de estas Pasquas, acudo ansioso a vaticinartelas tan abundantes en dones de vida, y gracia como comunica por ellas liberal la Divina munificiencia y como yo necesito que las poseas, por lo mucho que me intereso en tus prosperidades asi lo espero saber por tu aviso y el que me mandes. Dios te guarde.

Respuesta:

Por el anuncio de las Pasquas , que he merecido a tu fineza , me hallo precisado a las más entrañables demonstraciones, que caben en los terminos de igualar a lo que me dices en tu carta del 20 del corriente. Y debiendote enterar del modo que las he conseguido tan colmadas como necesitaba, y podía desear, en lo que no debías dudar, pues el felicitarmelas tu con tanta anticipacion, ha precabido los impedimentos, que podian estorvarlo. Celebrare que con el buen fin, y principio de Nuevo Año, y los de Reyes las hayas tenido, y tengas muy prosperas suplicando me lo manifiestes con tus ordenes. Dios te guarde muchos años.