martes, 19 de junio de 2018

DON JUAN DE HOURCADA (1809)

El señor don Juan de Hourcada* era de origen francés. Había llegado a Jaén hacia 1760, con pocos años. La emigración francesa fue muy frecuente en la España de los siglos XVII y XVIII. Muchos de este origen consiguieron, mediante el honrado comercio y el ejercicio de diferentes ocupaciones, acceder a una posición desahogada y respetada. Éste fue el caso de nuestro personaje pues se labró una vida apacible durante la relativa prosperidad de los años de Carlos III y Carlos IV.  

No debió de recibir con alegría el inicio de la guerra contra Napoleón. Naturalmente, no faltaron afrancesados entre los de esta procedencia pero no vemos a don Juan de Hourcada como un peligroso agente bonapartista. Su situación quedó muy comprometida al ser “comprehendido en la Real Orden que manda se custodien y aseguren los nacionales franceses”. O lo que es igual: había que vigilarlo y tenerlo a buen recaudo por ser su naturaleza francesa. Su hijo, don Pedro Hourcada, un cura español de 1809, un señor párroco de Huelma, escribió a la Junta Territorial de Jaén, postrado a sus pies, con lógica preocupación. Comprendía el clérigo la medida

“animado de los justos sentimientos de que lo está mi amada Patria, venero tan sabia resolución, pero me es imposible aogar en mi pecho la inevitable aflicción, que causa a su hijo ver a su inocente padre en tan triste situación”. 

Pero no era pertinente aplicar tales rigores a su padre, del que reivindicaba su trayectoria personal, con más de cuarenta años de residencia en la ciudad de Jaén, donde estaba la sepultura de su abuelo y de la que, además, “había recibido todos los beneficios para sostener una numerosa familia”. Contaba el sospechoso con más de sesenta años -lo que se consideraba una avanzada edad- estaba casado, tenía tres hijas doncellas y no estaba muy sobrado de hacienda. Garantizaba nuestro párroco, por supuesto, que su padre era “un fiel vasallo que llora conmigo la desgracia de nuestra Patria; que está convencido de la tiránica opresión que intenta nuestro enemigo”. Desconozco lo que fue de don Juan Hourcada, es posible que la Junta de Jaén atendiese el ruego del hijo y que no aplicase con severidad la disposición ya que, en el momento de escribir tal ruego, estaba en libertad. 
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*Una apreciación más, en especial para los estudiosos de las antigüedades giennenses: estos Hourcada deben de ser los Forcada que, en el siglo XIX, emparentaron con los Bonilla, una familia muy principal en la ciudad, sobre todo durante el período de la Restauración.

4 comentarios:

  1. ¡Precioso artículo Estimado Señor Aponte!: ¡Genial!" animado de los justos sentimientos", siempre encontré tal cuestión en D. Antonio Buero Vallejo, muy al contrario de las personas que se inflan como los globos siempre hablando de la justicia, igualdad y se vanaglorian y son los primeros que hacen lo contrario; el presumir...lo dice el refrán "dime de qué presumes y te diré de lo que careces". Gracias por tan magnífico artículo, un cordial saludo, Señor Aponte.

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  2. En Béjar no era extraño cruzarse con franceses, flamencos, holandeses o ingleses. Primero por el contrato que estableció la Casa Ducal con maestros de estas nacionalidades para que enseñasen el arte de tejer paños finos a los bejaranos a finales del siglo XVII y XVIII; después con el desarrollo de la industria textil en el siglo XIX. En todo caso la persecuión de los afrancesados y de los sospechosos de liberalismo se desarrolló a lo largo de todo el siglo XIX.
    Un saludo

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    1. Debían de ser muchos los liberales en Béjar.

      GRacias doña Carmen,

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