domingo, 17 de diciembre de 2017

JESUITAS, MISAS Y PRESOS (1760)

Entre las muchas obligaciones asumidas por la Compañía de Jesús estaba la de visitar y asistir a los presos. Es, en este caso, obligado recordar la abnegada trayectoria del padre Pedro de León en la opulenta y peligrosa Sevilla de los siglos XVI y XVII. Hombre abnegado y de gran fortaleza, acompañó al patíbulo a más de trescientos condenados. Otra muestra de esta labor, aunque más modesta, fue la realizada por los padres de la Compañía de Jesús en Jaén. En enero de 1760* unos jesuitas se presentaron ante el Cabildo municipal de Jaén para dar cuenta, ante los caballeros veinticuatro, del abandono que sufrían los presos de la Cárcel Real. Así, afirmaron que los encarcelados: 

“se quedan sin misas los domingos y otros días de fiesta, por falta de las limosnas y caudal, en gran perjuicio de sus conciencias y deseando con la obligación que tiene [el Cabildo] procurar buscarles su alivio, acuda a la protección, y aunque de Vuestra Señoría se suplica sea servido, se obligue dar algun arbitrio para la fija y estable permanencia de dicha misa en los días festibos, para que los pobres tengan el cristiano consuelo de oirla y adoren al Sacramentado Dueño y pedirle favor y aiuda en su tribulación”.  

Las arcas concejiles siempre estuvieron a dos velas y sin dotación no había misas. Es evidente que siempre podremos preguntarnos cuál sería la razón por la que los propios jesuitas no asumían, sin estipendio alguno, tal obligación. Es posible que la Cárcel Real tuviese ya un capellán asignado y que este nombramiento impidiese la intervención de la Compañía. Es también probable que contasen con enemigos dentro del gobierno municipal. Este desamparo en lo religioso nos hace suponer, sin arriesgadas conjeturas, que el grado de abandono al que estarían sometidos los reclusos -contrabandistas, vagos, ladrones y demás hampa goyesca- debía de ser espantoso. No era una situación nueva. 
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*Archivo Municipal de Jaén, Actas del Cabildo municipal, 14-1-1760.

3 comentarios:

  1. Es probable que la Cárcel Real tuviera su propio capellán como era uso y costumbre en otras partes del territorio, aunque sin documentación que lo confirme es simplemente una hipótesis, claro.
    Un saludo

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    2. Es lo más seguro. Lo que parece evidente es que los jesuitas denunciaban una situación de abandono que ellos, probablemente, se ofrecían a corregir.
      Mis saludos y ruego perdone la tardanza en mi respuesta.

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