sábado, 14 de enero de 2017

DON JUAN PALOMINO HURTADO DE MENDOZA

Don Juan Palomino y Hurtado de Mendoza nació en Andújar en tiempos de Felipe II. Era hijo del licenciado Francisco Palomino y de doña Leonor Hurtado de Mendoza. Vivió en Jaén durante los reinados de Felipe III y Felipe IV y fue uno de los caballeros más calificados de la ciudad. Casó con doña Francisca de Torres y Portugal, de la Casa de Villardompardo, hija de don Fernando de Torres y Portugal y de doña Guiomar de Torres. Tuvo varios hijos: don Juan -sucesor en su casa y mayorazgo- don Antonio, don Manuel y don Gregorio Palomino y Hurtado de Mendoza. Fue vecino de la colación de San Miguel.

Don Juan Palomino y Hurtado de Mendoza fue caballero veinticuatro de Jaén y del hábito de Calatrava, además de familiar y alguacil mayor del Santo Oficio de Córdoba. Estos honores y distinciones no lo libraron de acusaciones y malediciencias respecto su genealogía. Decían que tenía antepasados conversos, lo que probablemente era verdad en alguno de los linajes que confluían en él. Como caballero veinticuatro destacó por su activa participación en los cabildos y debates suscitados por distintas cuestiones. No le faltaron criterios ni actitudes de independencia en su trayectoria política. En 1618 se enfrentó al corregidor don Francisco de Brizuela que no dudó en encarcelarlo, Tomó cartas en el asunto el Santo Oficio de Córdoba en defensa de la inmunidad y privilegios de nuestro caballero. En 1621 fue nombrado procurador de Cortes y debió de aprender mucho. Es probable que, entre las mercedes recibidas por sus servicios como tal, se contase su hábito de Calatrava.  No vino, sin embargo, apaciguado de las Cortes. Mucho debió de ver y aprender con tal experiencia. En el Cabildo municipal de Jaén se situó al lado del conde de Villardompardo, hecho comprensible por su entronque familiar, y del conde de Santisteban. Fue muy crítico con la política olivarista y se opuso, en 1628, a la prórroga y encabezamiento de los servicios de los doce y dieciocho millones, a autorizar el donativo de los 70.000 ducados en 1630 y al impuesto sobre la sal, en 1631.

Tuvo que ser, el caballero, buen jinete pues aparece entre los participantes en los juegos de cañas que se organizaron en Jaén, en 1629, para festejar el nacimiento del Príncipe Baltasar Carlos y para agasajar al conde de Altamira, de visita en la ciudad. Pronto, sin embargo, comenzó a declinar su salud pues en 1631 declaró estar "enfermo en la cama" y otorgó su testamento pasado un año, en 1632 cuando, bien preparada su alma, la entregó a quien la creó. Mandó que lo enterrasen en la capilla de San Bartolomé, en la Santa Iglesia Catedral de Jaén, amortajado "con un ábito y manto que tengo de la dicha orden de Calatrava".

7 comentarios:

  1. Enlazo su interesante entrada.
    Saludos D. Ángel

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  2. Un hombre que no tenía pelos en la lengua y se enfrentaba por sus ideas hasta con el mismísimo corregidor. Buen personaje, de los que no abundaban.
    Un saludo

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  3. Hay que ver qué cosas preocupaban hace siglos, cuántas noches sin dormir debía procurar el preguntarse si algún antepasado no tenía limpieza de sangre.

    Si la Tierra resiste, habrá que ver cómo juzgarán nuestras zozobras actuales en los siglos venideros.

    Mis mejores deseos para este 2017. Saludos

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    1. Lo de la limpieza de sangre fue un disparate que atormentó a los españoles durante siglos. Las advertencias de los problemas que traerían tales exigencias fueron tan claras como no escuchadas. Al final, se exigía tal condición hasta para los oficios más humildes.

      Muchas gracias y que tenga también usted un gran año, doña Ana María.

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  4. Me gustan mucho estas historias. Nos dan pistas sobre la mentalidad del momento. ¡Y lástima esa costumbre de ser enterrados con hábito! De no haber existido tal costumbre tal vez tendríamos prendas de época para poder estudiarlas.
    Un abrazo, don Ángel.

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    1. Desde luego, doña Consuelo. Pero, una vez conseguido el hábito de Calatrava, había que vestirlo hasta la muerte y después también. Muchos eran los apuros que se pasaban en las probanzas.

      Mil gracias y otro abrazo.

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