sábado, 5 de noviembre de 2016

LECTURAS DE CLASE MEDIA


Don Felix Manuel Martínez vivió en los felices días del reinado de Carlos III. Su ocupación era la de oficial mayor de la Notaría Eclesiástica de Jaén. Estaba casado con doña Isabel Juana Cantero. No es aventurado presumir que llevaron una vida comedida y, como podremos deducir por lo que indicaremos más adelante, cristiana. Él dedicado a sus expedientes, a ir y venir al Obispado, al trato con clérigos graves y juiciosos. Ella, en la decorosa vida de una mujer de su condición, ni popular ni aristocrática. Nada más sabemos de ellos salvo los títulos de sus libros. Tenían una biblioteca modestísima, de una docena de volúmenes o poco más. En aquellos tiempos los lectores no tenían muchos libros pero, en cambio, los leían muchas veces. Inventariaron los libros y fueron tasados en 106 reales. Don Felix Manuel era propietario de ocho, algunos de gran utilidad para su ejercicio profesional. Se mencionan: "un libro de Sigüenza de claúsulas", "uno de a folio, vida de San Borxa", "Melgarejo, práctica de escribanos", "Curia Eclesiástica", "Familia regulada", "Política de Bovadilla", "Carta del Padre Feijó", un libro de cuentas -¡quién lo pudiera leer!- y otros pequeños, de los que lamentablemente no se registraron los títulos. La obra de Pedro de Sigüenza -abogado famoso, vecino de los Yébenes y natural de Ajofrín- era Traslado de claúsulas instrumentales, útil y necesario para jueces, abogados y escribanos de estos reynos, procuradores, partidores y profesores en lo de Justicia y Derecho. El de Jerónimo Castillo de Bobadilla era Política para corregidores y señores de vasallos, muy leído en la España de los siglos XVII y XVIII. De Feijoo nada diremos por innecesario, dada su celebridad. La vida de San Francisco de Borja mencionada podría ser la escrita por el Padre Cienfuegos. El libro del Padre Arbiol, franciscano que vivió entre 1651 y 1726, se titulaba La familia regulada con doctrina de la Sagrada Escritura y Santos Padres de la Iglesia Católica. El primer capítulo del libro nos da el tono de toda la obra y de nuestros dos personajes: "Excelencia del estado del santo matrimonio y los muchos santos y santas, que ha tenido la Iglesia de Dios en él". Respecto a los libros de doña Isabel Juana, el escribano anotó uno del Padre Alonso Rodríguez, jesuita, que debe de ser Exercicio de perfección y virtudes christianas. En el inventario se da cuenta de "otro de a media quartilla de la Pasión", "dos tomos del Corazón de Jesús" y la "Ymitación de Christo de Qempis", éste "en pasta". La devoción al Corazón de Jesús y probablemente a san Francisco de Borja además de la lectura del Padre Alonso Rodríguez indican cierta afinidad con la espiritualidad de la Compañía de Jesús.

10 comentarios:

  1. Curiosa colección de lecturas; aunque denota un exceso de libros "edificantes" o de pedagogía cristiana y una falta absoluta de lecturas ligeras o de literatura de evasión. Ya se sabe que sobre gustos no hay nada escrito ( o tal vez demasiado).
    Un saludo.

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    1. No eran lecturas muy festivas, desde luego. Hay una austeridad burguesa que es de tono casi holandés.
      Saludos, don Cayetano.

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  2. Teniendo en cuenta que en el siglo XVIII el 80% de la población española era analfabeta, tener una docena de libros debía ser poco frecuente. Cabe suponer que D. Félix y su esposa eran un matrimonio culto y amante de la lectura.
    Estos artículos suyos sobre "gente de otro tiempo" siempre me resultan interesantes.
    Un saludo D. Ángel

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    1. Es una apreciación muy cierta, doña Ambar. Nadie sabe, por lo demás, de qué trataban los libros restantes de los que no se aporta el título. Sabe Dios.

      Mis saludos.

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  3. El autor del prestigioso blog Desde la terraza de la Historia me envía un comentario que he perdido, aunque he logrado rescatar el texto que es el que sigue:
    desdelaterraza-viajaralahistoria ha dejado un nuevo comentario en su entrada "LECTURAS DE CLASE MEDIA":

    Pues resulta muy interesante su artículo y los dos comentarios que preceden éste. No está mál tener una docena de libros, pero aunque la lista de libros prohibidos era grande, también estoy con el señor Gea, falta Cervantes o Lope o Calderón, quizá algunos versos de Quevedo, o quizás la profesión del protagonista de su artículo tuviera mucho que ver en la calidad de su biblioteca. "

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    1. No debía de ser hombre de grandes lecturas sino de gustos moderados y modestos.

      Saludos, y perdone mi errático uso del dispositivo móvil.

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  4. Encontré el caso pasmoso de un clérigo bejarano que a finales del siglo XVI tenía en el inventario de su casa a la hora de su muerte una veintena de libros, un tesoro raro para cualquier erudito de la época. Algún día hablaremos de él.
    Un saludo

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    1. Espero con gran interés que usted nos pueda dar cuenta de tan culto clérigo. Veinte libros bien estudiados dan para mucho.

      Mis saludos, doña Carmen.

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  5. Al leer el listado de los volúmenes que reseña y que formaron tantas personalidades de orden, he pensado que un siglo antes hubo un soldado de Alcalá que escribió un libro sobre andanzas y magia, pendencias y amores, y lo que debió suponer aquella lectura subversiva que abría la mente a la poesía y la aventura.

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    1. Ese soldado de Alcalá era hombre de horizontes mucho más grandes.

      Saludos, doña Ana María.

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