lunes, 22 de febrero de 2016

BUHONEROS FRANCESES EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVII


Los franceses ejercieron distintos oficios y menesteres en la España del siglo XVII. Eran tareas, en muchos casos, no ejercidas por los españoles al ser consideradas ingratas, mal pagadas o de escaso o nulo prestigio social. En otros, sencillamente, los franceses demostraron ser más competitivos que los españoles y ocuparon determinados servicios, ramos y mercados. Martínez de Mata, en sus memoriales y discursos, denunció con virulencia este hecho. Este autor exageraba, de manera notoria, los males propiciados por estos laboriosos franceses. Además, en aquellos años, la opinión general no era muy favorable a éstos tras décadas de guerra. La hostilidad de Martínez de Mata se manifestaba en sus escritos en los que tronaba contra "aquestos franceses, homicidas de la república". Entre los oficios con los que se habían"alzado" los franceses estaban los de capador, calderero, posadero y chocolatero, entre otros. 

Los franceses eran muy aficionados a la venta ambulante. Cajeros, merceros y buhoneros vendían hilo de Flandes, también llamado hilo portugués, peines, baratijas, abanicos, relojes, medias italianas, colonias venecianas, espejos, cajas de concha, agujas, cintas y otras menudencias. Algunos de estos artículos son mencionados en una obrilla, publicada en la segunda mitad del XVII y por tanto contemporánea de Martínez de Mata, llamada Baile del hilo de Flandes y escrita por Pedro Francisco Lanine. Mercancías de poco fuste, superfluas, es cierto, pero que oxigenaban la vida y que eran demandadas por los compradores. Los vendedores ambulantes franceses, además, llevaban a cabo eficiantes estrategias para endosar sus géneros y existencias pues acudían a los domicilios de sus clientes con la natural contrariedad de joyeros y merceros que despachaban su género en tiendas abiertas.

Los comerciantes franceses eran acusados de extraer plata, acuñada o no, con sus tratos para llevársela a Francia. Era una denuncia constante entre mercantilistas y arbitristas. Es evidente que preferían cobrar en plata que en vellón y que sus ganancias acababan en sus lugares de origen, más allá de los Pirineos. En la obra antes citada un cajero francés dice: "yo siempre ando buscando la plata vieja". Se les acusaba de engañar a a gente al pagarla a precio de plomo. Es algo difícil de creer. También de receptar plata robada por criados desleales.
_________________
*Pueden ustedes, si así lo consideran, publicar sus comentarios. Quedaré muy agradecido.

12 comentarios:

  1. No sabía que había vuelto a abrir la opción de comentarios. Grata noticia. Lo cierto es que la fobia que existía en España hacia ciertos oficios manuales y/o poco considerados socialmente, abría la puerta a que nuestros vecinos aprovecharan el vacío existente para ganarse la vida.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, con Cayetano. Reconozco que añoraba estos ilustrados y entretenidos diálogos. Y por supuesto. Si los españoles hubiesen cubierto ese campo dentro del pequeño comercio, los franceses poco habrían tenido que vender. En fin. Quedo muy agradecido, como siempre, por sus palabras. Y, por cierto, voy a indicar que espero otra vez sus valiosos comentarios. Mis saludos.

    ResponderEliminar
  3. No es exactamente una fuga de capitales pero, los buhoneros se llevaban la plata de los españoles. Ignoraba algunas de las cosas que usted nos cuenta. Me ha resultado muy interesante su entrada.
    Saludos D. Ángel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ellos, los españoles de hace cuatrocientos años, lo veían así. De hecho, se lamentaban de la falta de plata entre la moneda circulante y achacaban este hecho, en parte, a los mercaderes franceses.
      Gracias, doña Ambar, y yo soy el que aprendo de sus estupendos artículos.

      Eliminar
  4. Mejor nos hubiera ido cogiendo ideas de los franceses.

    ResponderEliminar
  5. Percibo en usted, don Dyhego, cierta tendencia profrancesa. En parte, sí que tenían sus cualidades. En el pequeño comercio no lo hacían nada mal.
    Paso a leer sus blogs. Un cordial saludo y muchas gracias por su comentario.

    ResponderEliminar
  6. Muy interesante y toda vez mas trasladando la cuestión general al ámbito domestico de la "historia giennense". En el catastro del ME se cita a un tal Pedro Balgueirios, de nación francés dedicado a la venta de aceite en la plaza de San Lorenzo en 1752, el único de su comunidad. En 1794 es citado otro Pedro, ya Balgueririas de oficio mesonero natural de Contran, obispado de Sant Flor, procedente del Auvergne francés. Probablemente usted nos podría ilustrar, el origen ultimo de la emigración francesa del siglo XVI habria que buscarlo como refugiados debido a las guerras de religión francesas del siglo XVI. Lo curioso si cabe es saber después de haber hablado con el nieto de don Eduardo Balguerias Quesada, cuyo renombre seguro es de usted conocido, que según el me declaró la única familia con apellido Balguerias en España es la suya lo que establece un paralelismo sorprendente entre aquel aceitero o éste mesonero franceses, quizás parientes, y la familia de don Eduardo, de la cual su nieto es actualmente director del Instituto Español de Oceanografia. Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  7. En efecto, conocí a un nieto de don Eduardo en mis años de juventud, aunque hace mucho tiempo que no tengo noticias suyas. De su abuelo tengo yo referencias muy elogiosas oídas a mi padre que lo trató y conoció. En su blog menciono también a los Berges que eran propietarios de un comercio a finales del XVIII o inicios del XIX, creo que procedían de Oloron, aunque hablo de memoria y quizás me equivoque. Respecto a la emigración francesa del XVII escribió, en los ochenta, don Luis Coronas. Yo he encontrado algunas noticias sueltas en protocolos notariales aunque no los he estudiado.
    Un cordial saludo también para usted y ya sabe que tiene abiertas las puertas de Retablo de la Vida Antigua. (Por cierto voy a enlazar en mi entrada su artículo sobre los Balguerías).

    ResponderEliminar
  8. Los franceses siempre fueron de antural enemigos de los habitantes de estos reinos y como tales se les hacían culpables de vicios ajenos y propios, como el engaño, la sisa o la salida de cuartos hacia Francia. Lo diferente siempre provoca rechazo y esta máxima sigue vigente hoy día.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y más en aquellos años. En guerra con ellos desde los tiempos de los Reyes Católicos. Por otra parte, la mentalidad mercantil no tuvo aquí mucho arraigo y ellos -junto a los genevoses, flamencos y genoveses- ocuparon tareas y mercados que estaban desatendidos.
      Gracias por su comentario, doña Carmen.

      Eliminar
  9. Del linaje de aquellos franceses quedan los vestigios de muchos apellidos que, más o menos adaptados a la fonética española, testimonian el arraigo por estas tierras.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, doña Amaltea. También en Aragón y Navarra. En Jaén hubo, incluso, un escribano apellidado Borbón.

      Saludos y muchas gracias por su comentario.

      Eliminar