jueves, 22 de octubre de 2015

GRIPES, CATARROS Y VISITAS

Ahora que vienen tiempos de catarros, gripes, dolores de coyunturas y otros achaques no es mala idea seguir los consejos de don Juan Manuel Calleja* si nos vemos en el compromiso u obligación de visitar a un enfermo. En primer lugar, nos recomienda que tales visitas sean cortísimas. Coincido con el autor pues es inhumano que el visitante se instale al lado de un ser quebrantado, normalmente sin posibilidad de huir y, durante horas,  aumente sus padecimientos con el látigo de su palabra. No hay derecho, la verdad, ni necesidad de padecer tales tormentos. El visitante, eso sí es lo correcto, y lo advierte don Juan Manuel, debe interesarse por el estado de salud del visitado, ponerse a su disposición, también a la de su familia, y largarse pronto. Nuestro autor proscribe la impertinente, imperdonable y agorera costumbre de hablar mal de los médicos que atienden al doliente "porque es sembrar la desconfianza y el desconsuelo en el enfermo y en la casa". El visitante ha "de abstenerse de recetar como suele hacerse, y mucho más de porfiar porque se use de los remedios que se les propone con indiscreción y ligereza". La corta duración de las visitas es también muy aconsejable en las visitas de cumplido y, llegado el momento, el visitante pretextará "el motivo de no ser molesto, de no querer robar tiempo, etc. etc." -¡civilizado siglo XIX!- despidiéndose con una inclinación de cabeza "doblegando ligeramente el cuerpo".

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*D. Juan Manuel Calleja, Prontuario de las reglas de buena crianza y de urbanidad que deben saberse y practicarse por todos los que aspiren a pasar por bien criados y educados, Imprenta de Benito Monfort, Valencia, 1847