domingo, 26 de julio de 2015

ERMITAÑO Y APICULTOR


Escribe Ignacio Peyró sobre la frecuente afición a la apicultura entre pacíficos párrocos de pueblo. Yo conozco un caso que puede confirmar esta afirmación, aunque no se trate de un cura sino de un ermitaño. Se llamaba Antonio El Pecador y vivió en los tiempos de Felipe IV y Carlos II. Regentaba el santuario de la Virgen de Zocueca, entre Bailén y Guarromán, a un paso de Sierra Morena, tierra de jarales y encinas. Además de atender las tareas propias de su ministerio. era propietario de veintidós colmenas. Imagino que estarían confeccionadas con grandes cortezones de corcho, como las que yo, tantas veces, pude ver en la dehesa de mi abuelo.  Antonio El Pecador las menciona en su testamento, otorgado en 1676. También contó al escribano que tenía una azada. Vida de pobreza y, quizás, venturosa.


8 comentarios:

  1. Todo es un conjunto que lleva el vivir en medio de la naturaleza.
    Un saludo.

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    1. Es verdad. Llevaría una vida de calma y un tanto fuera del mundo.
      Saludos, doña Mari-Pi-R

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  2. Señor del Retablo. Esa senda poco explorada que sigue usted en algunos escritos, la testamentaria, aporta datos que redondean el conocimiento de nuestra historia.
    Saludos

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  3. Los protocolos notariales reflejan el pulso del pasado de una manera excepcional. He dedicado horas muy gratas a su lectura.

    Saludos, doña Ana María.

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  4. Por aquí se daba mucho esa actividad. De hecho en la Edad Media Béjar se llamaba Colmenar y existe precisamente un pueblo cercano denominado Colmenar de Montemayor. No en vano, nuestro escudo luce cinco abejas y en épocas pretéritas el de la Villa y Tierra de Bexar contaba con nueve.
    Un saludo

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    1. Las abejas son muy de heráldica pontificia. Respecto a la importancia de las colmenas hay que tener en cuenta que, durante siglos, la miel fue el único edulcorante.
      Saludos, doña Carmen.

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  5. Sin dudarlo el uno de noviembre es festivo hecho para personajes como el ermitaño Antonio, apodado El Pecador, sin duda por su deseo, pues que más de trecientos años después de su muerte hoy se hable de él y unos cuantos cientos o miles de personas, pues son legión sus seguidores, sepan de él es un milagro.
    No es la primera vez que nos trae la breve historia de personas cuyo recuerdo el tiempo ha borrado, casi. Y me gusta mucho que lo haga. Es como reconocer una cierta inmortalidad. Un saludo.

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    1. Es usted muy generoso, una vez más, con sus palabras. Describe usted la razón de ser de mi cuaderno con una precisión admirable. Coincidirá conmigo en que el oficio de historiador tiene una vertiente compasiva e incluso piadosa.
      Un saludo, amigo DLT.

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