domingo, 10 de mayo de 2015

MALAS ARTES DE PESCA EN EL SIGLO XVIII

El deterioro medioambiental viene de antiguo. En las ordenanzas del concejo de Baños de la Encina *, del Reino de Jaén, a mediados del siglo XVIII, se prohíben ciertos métodos de pesca nada deportivos e irrespetuosos con la naturaleza. Así se recoge en dicha normativa: 

"que algunas personas en el tiempo que se corta dicho río hechan algunas yerbas nozibas y benenosas en las tablas principales de el a fin de matar pezes".


Desconozco qué tipo de hierbas -utilizadas como cebo según las ordenanzas- podrían tener estos efectos tan perniciosos. Cabría la posibilidad de que se tratase de algún tipo de compuesto. Tal práctica se castigaba con quince días de calabozo y multa de 2.000 maravedíes.De aplicarse con rigor dichas sanciones, algo más que dudoso, el infractor mejor o peor acomodado en las instalaciones municipales, durante medio mes, tenía tiempo para meditar sobre la conveniencia del uso de la caña o vara de pescar -como la llamaba Juan del Enzina-, las atarrayas y los esparaveles y otras artes de pesca permitidas. Estas prohibiciones trataban no tanto proteger la fauna de los ríos como evitar el envenenamiento de los aguaderos, de los ganados y de los vecinos. Un barbo frito y emponzoñado, aunque fuese del Rumblar, bien podía pasaportar al más pintado.

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*Tomo la cita de las Ordenanzas municipales de Baños de la Encina, estudiadas por Araque  y Gallego Simón. Fechadas en 1742.

14 comentarios:

  1. Desde siempre hemos sido un poco bestias.
    Un saludo.

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  2. Desengañado comentario, don
    Cayetano.

    Otro saludo.

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  3. Habría sido interesante conocer el nombre de esas hierbas tan malignas.Seguramente llevamos en nuestra genética ese afán por destrozar la naturaleza.
    Saludos

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  4. Lo de las hierbas ponzoñosas es curioso, muy venenosas debían ser para tener ese efecto en el agua del río. Una pena que no se aplicaran con rigor las sanciones.
    Saludos

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  5. Historia viva que nos cuenta cómo fuimos, como somos. Grandeza de archivos y legajos que a veces nos enteramos de que se tiraron a la basura porque “eran muy viejos”.

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  6. Ya se ve que esa alegría en echar veneno debía de ser práctica bastante común, pues no se dictan ordenanzas por casos fortuitos.

    Saludos

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  7. Con tal de comer la gente de otros tiempos hacía lo que fuera. Incluso delinquir o ir contra las ordenanzas o la justicia señorial. En Béjar nadie podía pescar en su río, pues su explotación era monopolio ducal.
    Un saludo

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  8. No se rendía culto a la naturaleza, eso es verdad, señor elpresley, que para aquella gente siempre mostraba su rostro más áspero. Respecto a los hierbajos en cuestión, en efecto, sería interesante identificarlos.

    Muchas gracias por su comentario.

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  10. Las hierbas debían de tener efectos terribles. Siempre asocia uno esas ponzoñas con remotas tribus amazónicas, pero no, lo que son las cosas, hasta en Baños de la Encina.

    Saludos, doña Ambar.

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  11. Qué pena pensar en tantos papeles perdidos, pasto de ratones y combustible de estufas. Mejor no atormentarnos.

    Saludos, doña Ana María.

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  12. Es verdad, doña Amaltea. Creo yo que el amor al campo de los campesinos de antaño es muy matizable.

    Saludos cordiales.

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  13. Completamente de acuerdo, doña Carmen. El monopolio sobre caza y pesca suele ser general en los señoríos. El caso de Béjar, sin duda, tiene que ser muy interesante.

    Saludos cordiales.

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  14. Era cosa de personas de poco seso hacer uso de tales prácticas, pues, aparte los del agua, bien aclara usted al final los riesgos que esa pesca conllevaba.
    Un saludo.

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