sábado, 2 de mayo de 2015

ESTE LAZO FATAL

El conde de las Cases acompañó a Napoleón en su destierro y recogió sus recuerdos en el Memorial de Santa Elena.  No es necesario ser un bonapartista devoto para leer este libro con un sentimiento de gravedad. El mito romántico de Napoleón, por alguna misteriosa razón, sigue vivo. En el Memorial se transcriben valiosas reflexiones del Emperador sobre España. Por ella, admitía, todo comenzó a cambiar.

España: "ce noeud fatal". Ella hundió su moral de victoria en Europa, ella trastocó sus proyectos, ella sirvió de escuela a los soldados ingleses. Napoleón confesaba a Las Cases la fatalidad de no haber podido evitar su invasión. De no hacerlo, reconocía, habría quedado expuesto a una alianza de los Borbones con los enemigos de Francia, con las espaldas descubiertas. No tenía alternativa y, cuando ya era tarde, algún sombrío presentimiento * le anunció la cercanía del abismo. El camino a Santa Elena comenzó en Bailén.**


La situación interna de España en vísperas de la guerra parecía favorecer sus designios, constataba Bonaparte en el Memorial. La nación española -decía- despreciaba a sus gobernantes, "elle appelait à grands cris una régeneration". Trataba de justificar su invasión, presentarla no como lo que era - un paso decisivo en su proyecto de dominación continental- sino como una empresa modernizadora e ilustrada: librar a España de sus instituciones caducas, de una supuesta superstición frailuna, de las tinieblas inquisitoriales, darle una constitución liberal y cambiar la dinastía, con la conservación de su territorio, sus fronteras, sus costumbres y el resto de sus leyes. Napoleón -hijo de los prejuicios divulgados sobre España en el siglo XVIII- se equivocó al juzgarla.


Lamentaba, ya sin remedio, el desdén de los españoles. Esperaba sus bendiciones y se encontró con su rebelión: "tous courerent aux armes. Les Espagnols en masse se conduisirent comme un homme d´honneur". Habían ganado, reconocía, pero "ils méritaient mieux".

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* La advertencia del embajador de Francia, no escuchada por Napoleón, merece tenerse muy en cuenta por su clarividencia  En http://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com.es/.
**Qué pena que Kipling no lo supiese.

14 comentarios:

  1. Una entrada muy apropiada para el día de hoy.
    Y es que a nadie le gusta que le invadan su casa. Y menos con soldados con caras de pocos amigos.
    Un saludo.

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  2. La Guerra de la Independencia española logró quebrantar el Imperio de Napoleón. Se equivocó al pensar que los españoles iban a recibir con vítores al invasor. Era el "enemigo" y como tal fue tratado por un pueblo que, aunque harto de sus gobernantes, nos estaba dispuesto a tolerar que vinieran los franceses a organizar su vida.
    Saludos D. Retablo

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  3. Las ideas importadas de Francia nos hubieran sacado del oscurantismo imperante en España. Pero no a sangre y fuego, no con un rey (aunque inútil) encarcelado, no al margen de los propios españoles. Cuando los afrancesados se dieron cuenta de que los ejércitos napoleónicos pretendían ya era demasiado tarde. La guerra civil había comenzado para ellos.
    Un saludo

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  4. Aquí sirve lo que decía mi abuelo, un maestro de escuela prudente y sabio: más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.
    Pues eso.

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  5. Para mí, descendiente de los vencidos en la Guerra de Sucesión, tan malos me parecen los ciudadanos Borbón, como los Bonaparte, igual de extrangeros, e igual de franceses.

    ¡Salud!

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  6. y mire que fue avisado. El embajador francés en España le advirtió: “La nación española no se parece a ninguna otra. V.M. no debe tomar ningún partido antes de venir a conocer las cosas por sí mismo. Los españoles tienen un carácter noble y generoso, pero tienden a la ferocidad y no soportarían ser tratados como una nación conquistada. Reducidos por la desesperación, serán capaces de las más grandes y valientes revoluciones y de los más violentos excesos”. Cita que reproduje en una entrada sobre estos asuntos de la invasión napoleónica, pero que nunca dejo de recordar cuando se habla de estos asuntos.
    Un saludo.

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  7. Frecuentemente se olvida este hecho, don Cayetano, que fue una invasión, realizada además con total desvergüenza a una una nación aliada, como era el caso de España con Francia en 1808.

    Saludos.

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  8. Fue el gran error de Napoleón, doña Ambar, confundir al pueblo con sus gobernantes. Las elites provincianas y pueblerinas se comportaron debidamente, fueron los de más arriba los que no estuvieron a la altura de las circunstancias.

    Saludos.

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  9. España, hasta la Revolución Francesa, era una nación en claro proceso de modernización. No muy distinta a Francia. 1789 fue una fecha fatídica para la España moderna, heredera de la Ilustración. Lo de 1808 acabó por consumar el mal más todavía. Respecto a considerar guerra civil a la guerra de Independencia, es un criterio que no comparto. No fue tal, sinceramente, en mi opinión.

    Saludos, doña Carmen.

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  10. Tenía toda la razón su abuelo.

    Saludos, doña Amaltea.

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  11. No era igual, señor de Dissortat. Los Borbones de 1700 no eran igual a los Bonaparte ni su presencia aquí es achacable a las mismas razones, sinrazones o circunstancias. Discrepo, señor de Dissortat, discrepo.

    Un cordial saludo.

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  12. Lo mejor que puedo hacer, señor de la Terraza, es buscar su entrada y enlazarla. Me parece espléndido el testimonio del diplomático.

    Saludos cordiales.

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  13. Señor del Retablo.
    Para que ciertos amantes de ese periodo dejen de ver de forma lírica la invasión napoleónica, sólo tienen que acercarse a la historia de Arenys de Mar y demás pueblos de la cordillera litoral catalana y enterarse de cómo reaccionaron sus habitantes. Aunque hoy aparezcan entre nosotros historiadores-maquilladores que intentan presentar la penetración y sus crímenes como una expedición salvadora por la que deberíamos estar agradecidos, y negando el nombre de Guerra del Francés acuñado por los naturales de esa tierra, con una visita a la bendita hemeroteca donde se guardan los ejemplares de campaña de El Diario de Barcelona y leyendo la Oda a Arenys de Mar del P. Lluís Mª Valls, verán la gracia que les hizo la visita a quienes la sufrieron. Así quizá comprendan por qué en la zona aún existen lugares con nombres como el “Pou (pozo) del Gabatxo” en recuerdo de cómo se defendieron y el gran valor que desplegaron nuestros antepasados al oponer una resistencia feroz a un ejército como el de Bonaparte.
    Afectuosos saludos

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  14. Tiene usted toda la razón. Bien está recordarlo, doña Ana María. Fue una invasión absolutamente depredadora, sus males los padeció España durante todo el siglo XIX, supuso más muertes que cualquier otro episodio de nuestro pasado, saqueó nuestro patrimonio artístico y arruinó gran parte de lo conseguido en el gran XVIII español, esplendoroso e ilustrado como pocos en Europa. En fin, que no puedo compartir el mito de Napoleón como redentor.

    Saludos.

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