jueves, 28 de mayo de 2015

DE LIBRECAMBISTAS, REPUBLICANOS FEDERALES Y PROTECCIONISTAS

La pasión por la política económica no es nueva en España. No tenemos que remontarnos a los arbitristas del siglo XVII para dar fe de este hecho. En el siglo XIX y en las primeras décadas del XX se producían,con la mayor facilidad, encendidos debates y movilizaciones, a favor o en contra del proteccionismo y del librecambismo. La cuestión de los aranceles eran tan habitual en las tertulias de nuestros tatarabuelos como para nosotros, gentes del siglo XXI, la situación de la prima de riesgo.

Durante el reinado de Isabel II, a medida que aumentaba la oposición progresista, los partidarios del liberalismo económico demostraron un notable activismo. Fue muy influyente el ciclo de conferencias, organizado por el Ateneo, en 1862-1863, en el que participaron nada menos que Echegaray, el duque de Almodóvar del Río, Moret, Castelar y Laureano Figuerola, entre otros. Los librecambistas eran apoyados por las asociaciones mercantiles madrileñas, partidarias de la eliminación de restricciones al comercio. Los proteccionistas se alineaban tanto en el flanco derecho como a la izquierda del mapa político español. Los cambios de opinión eran frecuentes. En el campo más conservador, el proteccionismo ejercía una natural atracción quizás por la nostalgia del mercantilismo y de las economías relativamente cerradas del Antiguo Régimen. Entre los liberales de izquierda y los republicanos había de todo. A Castelar se le acusó de haber pasado de considerar al proteccionismo como una "gran iniquidad" a defenderlo. Los republicanos federales catalanes eran abiertamente contrarios al librecambismo.Tampoco faltaban posiciones de gran ambigüedad como la demostrada por el Partido Democrático, situado en la izquierda radical de la época, que declaraba en 1849 ser partidario de acabar "con las prohibiciones absolutas y en su lugar establecer derechos protectores que, conciliando todos los intereses, salvaren a la industria nacional de una competencia prematura y ruinosa".

Cuando fue destronada Isabel II, Laureano Figuerola, desde el ministerio de Hacienda, impulsó decididamente una política librecambista. La Bolsa y el Círculo Mercantil apoyaban estas medidas y se oponían, en cambio,  los fabricantes catalanes, representados por el Fomento de la Producción Nacional. Una de las primeras actividades de esta liga fue la manifestación que tuvo lugar en marzo de 1869 en Barcelona. En tal demostración  participaron desde los más acaudalados empresarios catalanes a los dependientes de comercio, comisionistas, comerciantes. corredores y obreros. En su cabecera iba Pascual Madoz, "muy aviejado y bastante displicente". Los manifestantes enarbolaban banderas y estandartes gremiales, algunos del siglo XVIII,  de terciopelo grana y bordados en oro, y marchaban acompasados con bandas de música. Los más radicales llevaban letreros que defendían la república federal y lemas como "No queremos la libertad de morirnos de hambre". Decía la prensa que era un acto "digno de la capital de Inglaterra". Esto debía de ser un notable elogió. Se dirigieron al público, entre otros Almirall y Madoz. Éste no dejó de pasar un rato incómodo cuando, al declarar su monarquismo, fue objeto del rechazo de buena parte de los manifestantes. Eran días agitados, apenas unos meses después de la caída de Isabel II. Los ánimos se fueron caldeando y uno de los oradores, Antonio Pasarell, defendió la idea de que Figuerola debía declararse "traidor a la patria".  La manifestación comenzó a las diez y media de la mañana y acabó hacia las cinco de la tarde. Hubo agasajo en los locales del Fomento de la Producción Nacional y exposición de los citados estandartes.


15 comentarios:

  1. Una época tremenda aquella, pero de políticos de gran talla, de todos los colores.
    Un saludo.

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  2. Muy interesante el tema que trata hoy, señor mío.

    ¡Salud!

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  3. En aquellos tiempos y en los actuales parece ser que la política económica es la gran agitadora de las masas.Un articulo muy interesante y muy oportuno.
    Saludos

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  4. El gran Prim, Castelar, Sagasta, el intrigante Serrano...Qué razón tiene usted, don Cayetano.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Gracias, señor de Dissortat, no hemos cambiado tanto a pesar de todo. Sepa usted que sigo con interés sus heráldicas y armoriales artúricos.

    mis saludos.

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  7. Era un debate apasionado en el que ambas posiciones podían alegar razones muy poderosas. Se jugaban, desde luego, mucho.

    Saludos, doña Ambar.

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  8. En Béjar, como buena ciudad textil que era por aquel entonces, se defendía a capa y espada (a excepción hecha de los progresistas de izquierdas, los federalistas y demócratas) el proteccionismo. Nada de libre competencia pues ante la entrada de paños ingleses, ¿qué podría hacer la industria lanera bejarana?
    Prim, ya que habláis de él, era proteccionista a pesar de su progresismo. Declaró en muchas ocasiones que los que defendían el librecambismo deliraban (palabras textuales) y que sólo cuando la industria española estuviera a nivel de las extranjeras se podrían competir con ellas y abrir el mercado.
    Un saludo

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  9. Los argumentos de Prim eran compartidos por los proteccionistas en general. También Cánovas se pronunciaba en el mismo sentido. Tenían razón sólo hasta cierto punto. En otra entrada, si le parece, puntualizamos al respecto sobre tan interesante asunto.

    Saludos.

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  10. Era una época casi tan difícil como la actual. El enfrentamiento entre partidarios del proteccionismo y el de los defensores del libre mercado reflejaba también una sociedad a medio camino entre la industrialización y la economía agraria tradicional. Me parece que de esas dos posiciones, de su origen, se deriva en el siglo XX las dos grandes ideologías que han modelado el mundo de hoy.

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    1. Estas polémicas se mantienen hasta hoy aunque hay pocos defensores de la libertad económica en sentido estricto.

      Saludos, doña Amaltea.

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  11. Bueno, todo es relativo, Habría que haber vivido aquello. Algo se podría decir sobre la honestidad de aquellos políticos, al menos de algunos, pues lo mismos del 68 estaban en el 73, y bien sabemos cómo actuaron. El conde de Romanones lo cuenta muy bien en Amadeo de Saboya, el rey efímero.
    Un saludo.

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    1. Eran unas élites políticas que no siempre destacaban por su rectitud, desde luego. Los años del Sexenio debieron ser tan apasionantes como agotadores. La Restauración caño vista era necesaria.

      Saludos, señor DLT.

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  12. Esa exquisitez de que "fue un acto digno de la capital de Inglaterra", solo pudo escribirla alguien que nunca hubiera presenciado una manifestación actual en ese país, porque son para verlas, reventadas por lo mejor de cada casa. Ignoro como debían ser entonces.
    Un saludo.

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  13. Inglaterra era un país más sosegado que España. Allí estaban en el mejor momento del reinado de Victoria y aquí apenas habían pasado unos meses de la caída de Isabel II. Que la manifestación transcurriese sin altercados de importancia debió de parecer increíble.

    Saludos, doña Ana María.

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