jueves, 2 de abril de 2015

EL CIELO A FINALES DEL SIGLO XV

                 


                         "aquél es buen Reyno que nunca fenece;
                          aquél es buen Reyno que nunca se acaba
                          aquél es buen Reyno que a Dios siempre alabe,
                          aquél es buen Reyno que nunca entristece.

                         Allí no ay penas, allí no ay tristezas,
                         allí no ay peligros, allí no ay temores,
                         allí no ay dolencias, allí no ay dolores,
                         allí no ay miserias, allí no ay pobrezas,
                         allí los tesoros, allí las riquezas,
                         allí los triunfos, allí las vitorias,
                         allí grandes gozos, allí grandes glorias,
                         allí los primores, allí las lindezas"

Juan del Enzina, "A la dolorosa muerte del Príncipe Don Juan, de gloriosa memoria, hijo de los muy católicos Reyes de España, Don Fernando el quinto, y Doña Ysabel, la tercera desde nombre".


10 comentarios:

  1. Muy apropiado para estos días.
    Que tengas una feliz Pascua.

    ResponderEliminar
  2. Consuelo para muchos. Y más en aquellos tiempos, cuando la vida era corta y amarga.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Bienaventurados los que creen, porque ellos verán ese reino...

    ResponderEliminar
  4. Es (como) una plegaria.
    Amén.
    Me ha encantado su entrada.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Tuvo que ser muy loado el príncipe Don Juan por su temprana muerte. Un afectuoso saludo Don Retablo.

    ResponderEliminar
  6. Igualmente, doña Mari-Pi-R, y perdone usted por mi tardanza en contestar.

    ResponderEliminar
  7. La vida siempre se resuelve en un abrir y cerrar de ojos.

    Saludos, don Cayetano y perdone usted también mi tardanza en la respuesta.

    ResponderEliminar
  8. Así sea, señor de Dissortat.

    Perdone usted mi falta de premura en la respuesta.

    ResponderEliminar
  9. Lo celebro, amigo DLT.

    Cordiales saludos y mis excusas por lo tardío de la respuesta.

    ResponderEliminar
  10. Y fueron muchas las esperanzas puestas en tal príncipe. Todo para nada.

    Saludos cordiales don J. Eduardo. Y yo también me alegro mucho por saber de usted.

    ResponderEliminar