domingo, 22 de marzo de 2015

TRES CAPITANES DE CABALLERÍA

Don José Álvarez de las Asturias-Bohórquez Goyeneche, marqués de los Trujillos, era hijo del duque de Gor, Recibió sus primeras clases de equitación a los siete años. Completó su formación en la Academia de Caballería, en la que,  más tarde, ejerció como instructor en la Escuela de Equitación Militar. Ganó su primer premio en 1914, en un concurso hípico organizado por la Brigada de Húsares en Alcalá de Henares. Su rivalidad con el teniente don Jaime Milans del Bosch, con  motivo del premio del Infante Don Carlos, levantó un gran entusiasmo entre los aficionados a lo ecuestre. Fue el inicio de un brillante historial deportivo. Su destreza y dominio quedaron demostrados en diferentes premios y concursos celebrados en Londres, Roma, Nápoles, Niza, Milán, Lisboa, Oporto y Nueva York. Participó en los Juegos Olímpicos de París - los reflejados en Carros de Fuego-  pero su más alto galardón fue la medalla de oro, conseguida en la disciplina de saltos por equipos, en las olimpiadas de Amsterdam pues hizo "que por primera vez ondease nuestra bandera a los acordes de la Marcha Real en lo más alto del mástil olímpico". Compartieron tal honor el marqués de Casa Loja y don Julio García Fernández, Los tres eran capitanes de Caballería y un buen ejemplo de ese mundo castrense, aristocrático y cosmopolita que a duras penas conseguirá sobrevivir a la Guerra Civil. En una entrevista, de 1928, recordaba el Marqués a dos caballos en especial: Vendeen y Zalamero. Con el primero, que había pertenecido al duque de Andía, batió varias veces el campeonato de España de salto de altura, hasta superar los 2,20 metros. Con Zalamero, un tordo irlandés propiedad del Ejército Español, obtuvo la medalla de oro mencionada. Entre las hazañas de nuestro personaje cabe destacar su descenso por las cortaduras de El Pardo en 1927, un desnivel de once metros en caída vertical. Vemos la fotografía y nos parece leer el pasaje de un libro de aventuras.  A la vuelta de Amsterdam, el duque de Gor recibió a los campeones en Hendaya con una botella de champán y una caja de puros.

6 comentarios:

  1. Hacían honor a su cuerpo, el de caballería. Hoy no tendría tanto sentido porque lo representativo ahora son los carros de combate más que los equinos.
    Un saludo.

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  2. Y bien que lo lamento, don Cayetano.

    Mis saludos.

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  3. Es bueno recordar a quienes han sido capaces de hacer ondear la bandera española en unos juegos olímpicos. No hay duda de que el capitán Alvarez era todo un ejemplo de ese mundo castrense y aristocrático y también, sin duda, de trabajo y esfuerzo. Esa es la única manera de ganar unas olimpiadas.

    Saludos

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    1. Tiene usted toda la razón, nada de consigue sin disciplina y rigor. Es además el ejemplo de un mundo ya prácticamente perdido.

      Saludos, doña Ambar.

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  4. Un noble metido en competiciones ecuestres no suena extraño. Al fin y al cabo a eso se debieron dedicar sus antepasados en las justas caballerescas medievales,aunque sin medallas de por medio y jugándose la vida y el prestigio.
    Un saludo

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  5. Así es, doña Carmen. De las cañas y las lanzas a la tauromaquia.

    Saludos.

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