domingo, 18 de enero de 2015

SOBRE PATRONAZGOS Y PAISANAJE EN EL SIGLO XVIII

En el Antiguo Régimen las relaciones de poder y la influencia social se fundamentaban en unos sólidos vínculos personales.  El patronazgo se articulaba a partir de una serie de deberes derivados, con mucha frecuencia, de la pertenencia a un determinado linaje y de una común procedencia geográfica. Ejercer una notoria protección por razones de parentesco y paisanaje, en perjuicio de otros si era necesario, no era una conducta reprobable sino, al contrario, digna de elogio. No dejaba de ser un comportamiento propio de sociedades en las que el Estado, las leyes y el propio concepto de ciudadanía eran débiles. El lectoral don Juan Julián de Titos, en 1793, alababa la conducta del obispo de Jaén don Agustín Rubín de Ceballos*. Al ser éste nombrado inquisidor general, hizo de su casa en Madrid, en tiempos de Carlos III,  "el asilo y refugio de todos los del Reyno de Jaén, así para sus necesidades, como para sus pretensiones". Ejercía su protección sin trabas, no castigaba a los pretendientes con largas esperas en puertas y antesalas, sin "malos ratos por aguardar un momento o modo favorable". Preguntaba retador el citado Titos; "¿necesitó alguno otra recomendación sino decir, que era natural del Obispado de Jaén?" y "¿no intercedió por ellos en sus pretensiones, hasta llegar a comprometer sus propios respetos?". Su generosidad se extendía a todos los giennenses, incluidos los miserables, indiscretos, inoportunos e impertinentes. Censurar la conducta de Rubín de Ceballos habría causado, sin duda, un asombro general.


8 comentarios:

  1. Cada época tiene sus usos, sus costumbres, sus formas de entender la vida y las relaciones entre personas. Juzgar el pasado con los ojos del presente no es conveniente. Otra cosa es que hoy se dieran tales recomendaciones, tratos de favor o padrinazgos. De darse, que en ocasiones se dan, recibirían el calificativo adecuado en cada caso.
    Un saludo.

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  2. Fueron muchas las instituciones que velaban por el bien de los naturales de otros reinos en la Corte de Madrid. Hospitales e iglesias nacionales tuvieron los portugueses, los alemanes, los ingleses, los aragoneses, etc...una costumbre que probablemente derivaba de esas mismas instituciones en la gran corte del mundo: la corte de los Papa en Roma.

    Un saludo

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  3. En un tiempo en que poco se podía hacer para medrar, salvo tener posición y un buen padrino, al margen del dinero, no es de extrañar que los poderosos de un lugar acogieran bajo su ala a otros paisanos para favorecerles.
    Un saludo

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  4. Interesante apreciación que en tiempos modernos, de modo más sutil, con menor intesidad, aún tiene algún vigor. Puede que reminiscencias de aquellos usos. ¿Cuántos hoy, como carta de presentación anuncian su paisanaje como mérito, escaso creo yo, para sus pretensiones?
    Un saludo.

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  5. En el siglo XVIII las relaciones sociales eran inconcebibles sin patronazgos y clientelas. Es evidente que han pasado más de doscientos años y han cambiado muchas cosas, hábitos y valores.

    Saludos, don Cayetano.

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  6. Así es, Carolus Rex. El paisanaje pesaba también mucho, por ejemplo, entre los colegiales mayores y entre los componentes de los más altos consejos reales.

    Mis saludos.

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  7. Es lo que le comentaba a Carolus Rex. Hasta cierto punto, formaban verdaderos lobbies.

    Saludos, doña Carmen.

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  8. Yo creo, señor DLT, que esas prácticas, en el fondo, no se han perdido. Se ocultan de manera vergonzante, son evidentemente menos frecuentes e incluso se mantienen de manera inconsciente. La recomendación, el enchufe tan justamente criticado, tienen una genealogía larga y antigua.

    Mis saludos.

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