sábado, 31 de enero de 2015

BARAJAS, TABLAJES Y CASAS DE CONVERSACIÓN

La afición al juego era general en la España de los Austrias. Gentes principales, medianas y menudas, -convocadas alrededor de la baraja- dejaban pasar horas y jornadas. Los naipes malograban reputaciones, caudales y almas. El juego era condenado, con todo rigor, desde púlpitos y confesionarios. Los más preocupados por los males de la Monarquía denunciaban sus perniciosas consecuencias sobre aquellos menestrales y oficiales que, descarriados de sus obligaciones, frecuentaban tablajes y garitos. Tampoco eran edificantes las casas de conversación -escuela de partidas, rifas, faroles y apuestas- a las que acudía la nobleza.

Si los lectores de Retablo de la Vida Antigua lo consideran prudente y oportuno pueden leer lo que, sobre este asunto, escribo en Neupic.

6 comentarios:

  1. Eso por no contar con el atajo de tahúres y valentones que frecuentaban tales garitos. Lugares que a veces se tornaban en peligrosos, por eso debían dejar "el hierro" en la entrada; aunque en la mayoría de los casos, los perdedores soltaban un par de bravuconadas y poco más... "Y luego, incontinente,
    caló el chapeo, requirió la espada
    miró al soslayo, fuese y no hubo nada."
    Un saludo.

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  2. Bien lo describe usted. Todo un mundo emparentado con ambientes picarescos, hampones y tenebristas.

    Saludos, don Cayetano.

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  3. Cuando se piensa en la afición al juego de esa época, las imágenes que surgen en la mente se corresponden más con los tablajes que con esas casas de conversación semejantes a círculos recreativos. En los garitos la picaresca adquiere tintes artísticos, porque algo artista había que ser para conseguir buscar, embaucar, desplumar y llegado el caso amedrentar a la clientela tal como usted con gran maestría nos describe.

    Saludos

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  4. Era un mundo bastante particular. No faltaba cierta alegría de vivir, a pesar de los tonos pesimistas del XVII.

    Saludos, doña Ambar.

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  5. En todo tiempo el juego ha sido mal visto, por acabar acabar a veces en vicio, y bien lo dice usted, ruina material y moral de sus víctimas.
    Tanto en la vida antigua como en nuestros días.
    Un saludo.

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