jueves, 23 de octubre de 2014

DE LAS OBLIGACIONES DE LOS REYES

En los cabildos municipales de las ciudades con voto en Cortes se hablaba, y mucho, de política. No faltaban graves asuntos sobre los que discurrir: los males de la Monarquía, la quiebra de las arcas reales, el estado de las cosas de Flandes e Italia, la pobreza, que era mucha, las lluvias que no llegaban y los pobres que se morían  por los caminos. Esta gavilla de pesadumbres lastraba como plomo las conciencias de los regidores. Y no siempre los confesores, a los que se les consultaba sobre cuestiones muy serias para el porvenir de la república, eran indulgentes. Hubo dominicos en Jaén que denunciaban desde los púlpitos -y muy claro- la insufrible presión fiscal, la carestía y la miseria de los más desgraciados. El pueblo no votaba pero hablaba, sin demasiados melindres, por las calles y en papeles puestos en las puertas de las iglesias. La censura y el descrédito podían recaer en sus dirigentes naturales y la dignidad de aquellos hidalgos, descendientes de tales, no casaba bien con ir escondiéndose, abochornado, por esquinas y zaguanes. No era la nobleza provinciana tan indolente ni tan despreocupada como muchas veces se ha dicho. Los caballeros veinticuatro giennenses, a veces, pronunciaban sentencias dignas de ser perpetuadas en mármol. Reflejaban reflexiones serenas, lecturas de escritos sobre el cuerpo enfermo de la Monarquía de España. Pensamientos precursores del reformismo dieciochesco y del regeneracionismo que eclosionará a finales del XIX.

En 1628 Alonso de Valenzuela afirmó, de manera pública y sin miramientos, que un buen rey debía ser "padre, pastor y médico" y que los monarcas estaban obligados a "curar las enfermedades de los vasallos y remediar las sus necesidades aunque sea a su propia costa". Habrá cambiado el vocabulario político, es verdad, mas no los deberes de los reyes .

La cita de don Alonso en mi libro, Reforma, decadencia y absolutismo. Jaén a inicios del reinado de Felipe IV, 1998.

9 comentarios:

  1. Tiempos más represivos fueron, entonces, los del régimen franquista, en los que el pueblo no podía hablar de política.
    Saludos

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  2. La diferencia consistía,en mi opinión, en que las protestas de la gente, en el siglo XVII, no cuestionaban el régimen político vigente. Es más, en principio, exigían que los reyes gobernasen como reyes y apartasen a los malos ministros. El malestar además, no procedía de un rechazo de plano de las instituciones vigentes sino de los altos precios del pan, de los abusos de los poderosos o de los altos impuestos.

    Un cordial saludo.

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  3. Cierto, en el antiguo reino de València del siglo XVII, aparecían pasquines de descontento que decían: "Visca el rei i muiga el mal govern" (Viva el rey y muera el mal gobierno).

    Saludos

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  4. Era el hastag -¿se escribe así?- que habría triunfado en aquellos malos días del XVII.

    Mis saludos, señor de Dissortat.

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  5. Era una vieja idea que se arrastraba desde tiempos medievales. Nadie cuestionaba el orden político porque se suponía que era el establecido por Dios. Luego, con la Ilustración, se tienden a desmoronar las teorías sobre el origen divino de las monarquías y se habla más bien de "contrato" entre el rey y sus súbditos. El siguiente paso es cuando el súbdito se convierte en ciudadano. Esa es ya una idea liberal. Y entonces entramos en tiempos contemporáneos.
    Un saludo.

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  6. La censura y el descrédito también recaen hoy en día sobre nuestros dirigentes, pero éstos no se esconden abochornados por las esquinas, probablemente porque carecen de la dignidad de aquellos hidalgos.

    Saludos

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  7. Bien lo apunta usted, no eran tiempos tan ideologizados; era la supervivencia en el día a día lo que preocupaba al pueblo. Impuestos para mantener las guerra o carestía de los productos básicos -ahora recuerdo que alguna vez nos habló del disparatado precio del pan- era lo que realmente preocupaba al pueblo.
    Un saludo.

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  8. Aquellos regidores no eran santos pero estoy convencido que diferenciaban muy bien una conducta honrosa de otra vergonzosa. A veces pienso que no nos queda otra salida que refugiarnos en el pasado.

    Mis saludos, doña Ambar.

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  9. Además, DLT: ¿qué otro sistema podían concebir?. Ellos pedían que el Rey frenase a los poderosos, que los abastos fueran seguros y a buen precio, no apretasen demasiado con los impuestos y que sus creencias y valores no fuesen pisoteados.Y no era poco.

    Mis saludos.

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