jueves, 18 de septiembre de 2014

MADRASTRAS, CRIADAS Y ENVENENADORAS

El miedo a las envenenadoras se nutría de hechos reales, rumores, supersticiones e infundios. Era un sentimiento probablemente atávico, muy arraigado en las mentalidades de ayer y no carente de una carga misógina. Puedo citar un caso, del desgraciado año de 1640, recogido en protocolos notariales giennenses. Nos da noticia de una mujer llamada Leonor González, presa en la Cárcel Real de Jaén por "la muerte de doña Francisca de Mondragón procedida de un bebediço". El envenenamiento -si se produjo- pudo ser ocasionado con la peor de las intenciones o involuntariamente, como consecuencia de algún remedio -de inciertos ingredientes- para atajar dolencias del cuerpo o del espíritu, combatir el mal de ojo u otro tipo de achaque. Los procesos contra brujas y hechiceras, llevados a cabo por tribunales eclesiásticos y, en particular, por el Santo Oficio, recogían la existencia de brebajes, filtros, polvos y otras mixturas de presuntas virtudes medicinales o mágicas. En el XIX, el espanto ante las envenenadoras se mantiene vivo a través de los pliegos de cordel. No dejaré de mencionar el largo título de uno que debió de apasionar a la gente isabelina y sobrecoger a muchos en calles y plazuelas:  La criada perversa. Triste y lamentable historia que acaeció á un caballero natural de Motril  en 28 de mayo de 1861, con una moza de servicio con la que se casó, y que por ambición dió veneno a un niño que tenia el caballero, modo milagroso por el cual se descubrió tan enorme crimen y castigo qué se impuso á tan villana muger* . Aquí la envenenadora aunaba su condición de madrastra y de criada convertida en señorona. De la mala reputación de las madrastras dan cumplida cuenta los cuentos e historias. Las criadas eran también objeto de la desconfianza general, sospechosas de todo tipo de deslealtades y maquinaciones. No faltan, al respecto, numerosas referencias en la literatura española del Siglo de Oro. Si, a estos rasgos se unía un casamiento desigual, el perfil resultante era de lo más desaconsejable.

*Imprenta de F. Sánchez, Barcelona, 1861.

11 comentarios:

  1. Criadas, brujas, herejes, madrastras... posteriormente, y por infuencia británica, habría que añadir a los siniestros mayordomos detrás de todos los envenenamientos. Historias truculentas a mitad de camino entre los antiguos romances de ciego y los sucesos de El Caso.
    Un saludo.

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  2. Al valet asesino se le debe, por supuesto, mantener a una prudente distancia. Es lo más conveniente.
    Saludos, don Cayetano.

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  3. Por bebediço también podríamos entender los remedios que se elaboraban por las curanderas y las mujeres de los pueblos, que bien hacían en ausencia de cirujano, pero que en muchos casos eran tomados como chivos expiatorios en casos de recaída de enfermedades o muerte.
    Un saludo

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  4. Por supuesto, doña Carmen. Sabe Dios lo que se echarían al coleto. El miedo a los envenenamientos era muy propio de los siglos XVI y XVII.

    Saludos y gracias por su observación.

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  5. Este asunto no es sólo de esa vida antigua, que tan bien nos presenta en su espacio, porque criada era también la famosa envenenadora de Valencia, ya en el siglo XX. Algún desequilibrio debía tener pues no parece que hubiera un móvil claro. Fue agarrotada.
    Qué difícil es saber que pasa por algunas mentes.
    Un saludo.

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    1. El caso de la envenenadora de Valencia es perfectamente válido como exponente de lo que aquí se habla. Una historia macabra.

      Saludos señor DLT

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  6. Dicen que el asesinato con veneno es propio de mujeres y además las madrastras siempre tuvieron mala prensa al igual que las criadas ambiciosas. No hay que remontarse mucho en el tiempo para enterarse de asesinatos de pobres ancianos a manos de sus cuidadoras.

    Un saludo

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    1. La maldad de las madrastras ha dejado huella en los cuentos de hadas. De todo habría, imagino.Tampoco faltarían tremendos padrastros.
      Saludos y muchas gracias, doña Ambar.

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  7. Carga misógina indudable amparada en la ignorancia, las desconfianza y el miedo y refrendada por supersticiones y creencias religiosas que siempre vieron en la mujer un símbolo del pecado.
    Un placer, siempre, leerle a usted,

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  8. Caro Baroja ha escrito páginas menorables sobre esta cuestión. Es muy acertada, doña Carmen, la apreciación que hace al respecto.

    Muchas gracias por sus palabras.

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  9. En la literatura del Siglo de Oro hay casos antológicos de carácter misógino porque era aberrante y deshonesto que una mujer trabajara fuera del ámbito doméstico:las criadas y la ideología hipócrita de la época crearon bastante mala conciencia en ellas y ahí vemos el resultado tan horrendo de las acciones de algunas de ellas. Brujas,adúlteras y desalmadas...
    Muy interesante este retablo de la vida antigua sobre la condición de la mujer. Saludos y un abrazo.Feliz inicio del curso académico.

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