domingo, 13 de julio de 2014

CARLOS V, EDUARDO VII Y LAS ANCAS DE RANA

Plato humilde pero apreciado por un Habsburgo. Las ancas de rana se servían en la imperial mesa de Carlos V en su resignado retiro de Yuste. Siglos después, hacia 1889, se prepararon con crema en el Hotel Savoy de Londres, por orden de César Ritz, para el Príncipe de Gales. No había, según dicen, precedentes de príncipes herederos ingleses que fuesen a cenar a restaurantes y, menos aún, ancas de rana. El futuro Eduardo VII acudía al Savoy incluso algunos domingos. Lo cuenta Egon Jameson. Las ranas también constituían el ingrediente básico de un triste caldo, muy adecuado para enfermos y convalecientes, según un recetario español del siglo XIX.

6 comentarios:

  1. Lo cierto que son buenas, aunque hace años que no he comprado ni he comido.
    Saludos.

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    1. Coincide usted con las predilecciones culinarias de reyes y magnates.

      Muchas gracias por su escrito doña Mari-Pi-R. Saludos.

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  2. Las ancas de rana, como las huevas de esturión (véase caviar), o la sopa de tortuga, por muy apreciadas que sean no dejan de darme repelús. Se las dejo a Carlos V.
    Un saludo

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  3. Es que en Yuste se cocinaba mucho y bien, pese a los problemas de gota del emperador. Allí se preparaba la famosa Olla Podrida, corrupción de Olla Poderosa por su cantidad de ingredientes y sustanciosa que era.
    Sería entonces, a finales del XIX, cuando las ancas de rana empezarían a tenerse por manjar, supongo.
    Un saludo.

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    1. El dato de las ancas de rana del Emperador lo encontré en la biografía de Juana la Loca de Pfandl. Y desde luego, la mesa de Yuste estaba pero que muy bien surtida.

      Saludos, amigo DLT

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  4. Se comprende. El César Carlos, por otra parte, más habría preferido la alta política que cien quintales de ancas de rana.

    Saludos y muchas gracias, doña Carmen

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