martes, 24 de junio de 2014

SOBRE LO CABALLERESCO



"El caballero, en el antiguo sentido caballeresco, se hallaba indisolublemente consagrado a su orden y era incapaz, fueren cuales fueren las circunstancias, de dejar de ser un caballero. Había cosas que había contraído el compromiso tácito de no hacer ni permitir. Ni él, ni nadie en presencia suya, podía permitirse el ser cobarde, cruel, vil, ingrato, obsceno o desleal. Así, el caballero, aunque siempre respetado, era detestado a menudo. Desde luego, no era el más acomodaticio de los compañeros, y los que no eran caballeros preferían no encontrarlo en su camino."

George Santayana, El último puritano, I, 183. Cit. por José Luis Villacañas en Ramiro de Maeztu y el ideal de la burguesía en España, 2000

6 comentarios:

  1. Épocas aquellas con una escala de valores muy diferente a la actual: la palabra de un caballero tenía un valor más firme que hoy cualquier contrato. Eso sin menoscabo de otras costumbres no tan elogiables por bárbaras y atrasadas, pero las virtudes eran las que eran, y ello hay que reconocerlo, igual que había defectos criticables. Otra época, otra mentalidad muy difícil de comprender desde la perspectiva del siglo XXI.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Así era don Alonso Quijano, caballero donde los haya, a pesar de su locura.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Seria estupendo que esta sociedad conservara los valores de los caballeros.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Lo caballeresco es siempre virtuoso. Lo que ocurría es que muchos caballeros no eran, siempre intachables. También hay sinceros cristianos que son pecadores. Es la condición humana.

    Saludos, don Cayetano.

    ResponderEliminar
  5. Don Quijote era, si se saben leer sus aventuras, un espejo de caballeros. Y Cervantes lo sabía.

    Saludos, doña Carmen.

    ResponderEliminar
  6. Muchas de nuestras miserias proceden de su olvido.La caballerosidad es de lo mejor que ha dado Occidente y el caballero un ideal humano desde el siglo XII hasta hace poco. Para algunos, entre los que modestamente me cuento, sigue teniendo perfecta vigencia.

    Saludos, doña Ambar.

    ResponderEliminar