martes, 3 de junio de 2014

LOS MARTES DE DON FELIPE

Baltasar Porreño decía que Felipe II, para  mostrar su desdén hacia supersticiones y miedos vanos, salía de viaje los martes, mandó jurar al príncipe Don Felipe, en Lisboa, un martes y cuando nació éste, un martes de 1578, "no hizo menos fiesta que sí huviera nacido en Domingo, o Jueves; y el mismo Rey se casó la primera vez en Martes, digo se desposó con la Princesa Doña María". Era, además, enemigo de judiciarios y pronósticos. El gobierno del mundo no admitía fantasías.

12 comentarios:

  1. No sabía yo eso de los martes. Siempre nos cuentas cosas interesantes y curiosas. Un placer leerte.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias: otro motivo más para admirar a Felipe II.
    Esta mañana estaba justo leyendo a san Juan de Ávila que decía que si era el cumpleaños del rey un domingo, debía celebrarse otro día, para no interferir con la fiesta y la centralidad de la Eucaristía. No habla nada de supersticiones, pero es curiosa la coincidencia.

    Justo ahí dice que no debería haber fiestas de toros

    ResponderEliminar
  3. Mentalidad cartesiana con mucha anticipación.

    ResponderEliminar
  4. No conocía ese gesto de Felipe II. Es muy propio de su persona. En la obra de Baltasar Porreño se da cuenta de numerosos gestos del Rey que cuadran, a la perfección, con el aportado por usted.

    Respecto a las prevenciones hacia la tauromaquia, la actitud de san Juan de Ávila no era excepcional en el siglo XVI. El rechazo venía dado, sobre todo, por el peligro de perder la vida y el alma, por una posible muerte en pecado mortal, a que se exponían los caballeros en plaza y demás aficionados. También por lo indecoroso que resultaba, a juicio de muchos, que los clérigos salieran a lidiar reses.

    Saludos, don Ángel, y agradezco mucho su escrito.

    ResponderEliminar
  5. Felipe II era, ante todo, un realista. Los tópicos de la España negra quedan en puro humo cuando se le conoce con cierta profundidad.


    Muchas gracias por su comentario, doña Amaltea, y mis saludos.

    ResponderEliminar
  6. No esperaba menos de mi admirado Rey Prudente.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  7. Deduzco pues, que ya era conocida la recomendación de no casarse y embarcarse en martes. Y sin embargo la racionalidad no le impidió, a decir de algunos autores, no sé si acertadamente, mantener aficiones sobre la alquimia y cosas parecidas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. Es cierta que se ha atribuido a Felipe II cierta afición a la alquimia. También se ha escrito sobre el simbolismo de El Escorial. Tampoco es tan extraño. La distinción entre ciencia y lo que no es ciencia no estaba tan clara en la segunda mitad del siglo XVI.

    Saludos y muchas gracias señor de la Terraza.

    ResponderEliminar
  9. Me parece bien. Yo pienso algo similar: no soy supersticioso porque eso trae mala suerte.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  10. Se puede tener el lujo de ser supersticioso en alguna cuestión -es inevitable y atávico- pero si se pierde la medida, como en todo, tales prevenciones convierten la vida en un tormento.

    Saludos y gracias, don Cayetano.

    ResponderEliminar