domingo, 11 de mayo de 2014

MÍSTICA Y GARBANZOS



El 19 de agosto de 1591 estaba san Juan de la Cruz en La Peñuela. Pasaba allí los días, apartado de ruidos y novedades. Estaba el conventillo a las puertas de Despeñaperros, muy cerca del solar de La Carolina, todavía sin fundar. Escribía san Juan de la Cruz a doña Ana del Mercado -no sin santo fastidio- que si bien "la anchura del desierto ayuda mucho al alma y al cuerpo" no dejaban de requerirlo para que volviese al mundo y atendiese graves obligaciones y trabajos. Daba largas y remoloneaba a lo divino. Nada mejor que el olvido en esos despoblados. En la misma carta decía: "esta mañana habemos ya venido de coger nuestros garbanzos, y asi, las mañanas. Otro dia los trillaremos."

La carta en: San Juan de la Cruz, Obras Completas, Ed. Licinio Ruano de la Iglesia, BAC, Madrid, 2002

6 comentarios:

  1. No hay que descuidar tampoco los asuntos terrenales por muy ensimismado que esté uno en sus meditaciones sobre lo divino o en sus divagaciones poéticas.
    Un saludo.

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    1. Bien lo explica usted. No era siempre como nos imaginamos. Tanto san Juan de la Cruz como santa Teresa estaban, y mucho, en el mundo. Y, como cualquier persona corriente, capaz de encontrar una vía de escape en tareas sencillas.

      Mis saludos, don Cayetano.

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  2. Un ritmo sosegado en el que se compaginaba la vida espiritual con las necesidades materiales.

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  3. Tierras recias aquellas, similares a las que vieron nacer al santo.
    Un saludo

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  4. Es verdad. La clave que muestra ese dejar pasar el tiempo en san Juan de la Cruz es la frase de "y así, las mañanas". Esa indiferencia hacia el tiempo, entendido como algo escaso y que exige rigurosamente la atención, es propio de la vida de los santos y de los místicos.

    Muchas gracias, doña Amaltea.

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  5. En estas tierras están algunos de los paisajes esenciales para comprender el pasado de España.

    Muchas gracias, doña Carmen.

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