jueves, 13 de marzo de 2014

TAUROMAQUIA, OSAMENTAS Y TRAPEROS



Instituciones de beneficencia y cofradías han organizado, desde hace siglos, festejos taurinos para obtener fondos o celebrar -con el debido brillo- los días grandes. Era el caso de los Hospitales Real y de la Pasión de Madrid. Los traperos de la Villa y Corte hacían constar en sus ordenanzas, de 1789, como acostumbraban "a ajustar con los comisarios de los mismos reales Hospitales el que se  les den, por los precios que pactan, los caballos que mueren en dichas Fiestas de Toros". Éstas se celebraban "en la Plaza que para este intento hay en las inmediaciones de la Puerta de Alcalá". Las pieles de los jacos las vendían a los curtidores y la carne era empleada como pasto para perros. Estaba rigurosamente prohibida su venta para el consumo humano. Otra cuestión es que se cumpliese o no esta norma. Las osamentas de los caballos debían ser quemadas en basureros públicos. El gasto de tal tarea estaría a cargo de los citados comisarios y no de los traperos.

7 comentarios:

  1. Qué lástima no aprovechar en aquellos tiempos -ya que lo matan- esa carne para hacer un buen estofado, como el estupendo rabo de toro con vino tinto y a fuego lento.
    Gustos y aficiones aparte en los que no me meto, parece menos grave la muerte de estos nobles animales si al menos se aprovecha convenientemente su carne.
    Un saludo.

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  2. "Los caballos que mueren en dichas Fiestas de Toros". Debía ser de impresión, por muy acostumbrados que llegaran a estar, ver cómo las monturas dejaban sus tripas en el albero después del tercio de varas. Recuerdo haber visto algunas imágenes de cine, muy antiguas, con los caballos sin peto expuestos ante el cornúpeta, sin la más mínima esperanza. Suerte que el reglamento se modificó para corregir lo que poco tenía que ver con el arte.
    Un saludo.

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  3. Yo, por pura lógica, dudo que se cumpliese esa norma. Debían de ser caballos muy viejos, desde luego, y de una carne muy correosa por tanto. La falta de proteínas, general en aquellos tiempos, atenuaría, sin embargo, este inconveniente. Por otra parte, desde la presencia de los petos en los caballos de picar, implantados en tiempos de Primo de Rivera, el número de caballos muertos por cornadas es inexistente en comparación con los festejos antiguos. Por supuesto, la carne de toro de lidia es vendida y despachada actualmente. Un dato que frecuentemente pasa desapercibido: en una mañana se sacrifican más reses vacunas en un solo matadero industrial, naturalmente moderno, que en toda una temporada taurina.

    Saludos, don Cayetano.

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  4. El peto en los caballos era una necesidad, dados los cambios de mentalidad y la evolución de las costumbres. Otra cuestión es el tipo de peto y la naturaleza de las puyas que pueden tener un efecto demoledor sobre la acometividad y la integridad del toro. Hasta el siglo XIX era habitual que los picadores fuesen propietarios de los caballos que salían a la plaza. Esto implicaba un mejor conocimiento de sus reacciones y la natural tendencia a extremar el cuidado respecto a las posibles cornadas. Después serán suministrados por los asentistas y serán, por lo general, caballos viejos y desahuciados, conseguidos al menor precio posible.

    Saludos, señor DLT y gracias.

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  5. La plaza de toros de Béjar, la más antigua hasta ahora documentada, se levantó con los dineros recaudados por la cofradía de la Virgen del Castañar, la patrona de la villa. Y, como no podía ser de otra manera, también se corrían toros en la plaza mayor con un coso de madera levantado al efecto. Los organizadores del festejo en este caso eran los cofrades de la de El Salvador que vendían la carne de los toros muertos para financiar la corrida.
    Un saludo

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  6. Era lo habitual. No era sólo importante lo festivo sino el representar un medio para recaudar fondos con fines asistenciales o estrictamente religiosos. Y así sigue siendo en algunos casos. Este cometido permitió a cofradías y hospitales escapar de las prohibiciones de finales del XVIII e inicios del XIX.

    Saludos, doña Carmen.

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