domingo, 2 de marzo de 2014

DE VISITA



No es desconocido para los selectos lectores de Retablo de la Vida Antigua el Prontuario de las reglas de buena crianza y urbanidad que deben saberse y practicarse por todos los que aspiran a pasar por bien criados y educados. Lo escribió don Juan Manuel Calleja y se publicó a mediados del siglo XIX. En el librillo se dan unos consejos sobre la forma de comportarse en las visitas de cumplido. Se debía acudir a tales compromisos con traje de etiqueta y bien aseado. Al llegar a la casa se llamaría a la puerta o se tiraría de la campanilla "sin hacer gran estrépito". Las sacudidas descompuestas y la insistencia impertinente estaban fuera de lugar para toda persona bien educada, además de causar una penosa impresión. Cuando abriesen la puerta se debía preguntar por los señores de la casa, procediendo el visitante, por supuesto, a identificarse. En el umbral de la sala de recibir, con paso mesurado -nada de carreras ni de zancadas- y el sombrero en la mano derecha, se saludaría a la concurrencia con una inclinación de cabeza y doblando ligeramente el cuerpo. La  inclinación noble, por cierto, ha sido ya citada en alguna ocasión. Una vez dentro, el visitante volverá a presentar, otra vez, los correspondientes respetos a los allí presentes, de izquierda a derecha, con un tono de voz adecuado. Se tomaría asiento con el sombrero en la mano si no se había entregado, previamente, a algún criado. Era obligado estar bien derecho, decorosamente, sin cruzar las piernas ni estirarlas. Tampoco se jugaría con el bastón ni con prenda alguna. En la conversación se debían evitar las discusiones y disputas. Nada de armar peloteras en las visitas de cumplido. Tampoco era correcto hablar mal de otros o reírse a su costa "menos aun a carcajadas". Mejor la sonrisa que la risa. Conviene recordar que las risotadas siempre han sido objeto de la desconfianza de la gente bien criada pues suelen descomponer el gesto. Y una regla obligada,  razonable, siempre vigente: la visita será siempre breve.


14 comentarios:

  1. Unas normas que, si bien nos pueden parecer hoy algo encorsetadas y hasta exageradas, a veces se echan de menos ante la irrupción de niños consentidos y maleducados que no saben estar en casa ajenas.
    Un saludo.

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  2. Las reglas de buena urbanidad que se han perdido tranquilamente por todo el mundo.
    Aquellos libritos antiguos aunque pasados de moda nos daban muy buenas enseñanzas.
    Un feliz domingo.

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    1. Y muchas de sus recomendaciones, debidamente adaptadas a los tiempos, siguen siendo útiles.

      Saludos y muchas gracias, doña Mari-Pi-R.

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  3. Completamente de acuerdo. Y esta falta de saber estar se extiende como una maldición, fatalmente.

    Mis saludos, don Cayetano.

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  4. Lo más importante de todo, y sin quitar demérito al resto de consejos, es tener en cuenta el último punto: brevedad. Es una virtud que se aprecia muy mucho en los visitantes cuando llegan a casa ajena. Si una frase se puede decir en tres palabras mejor que en ocho.
    Un saludo

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    1. Desde luego. Se pueden olvidar ciertas incorrecciones, descuidos y hasta algunas impertinencias pero, la verdad, la visita de un pelmazo deja una huella imborrable.

      Saludos y gracias, doña Carmen.

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  5. Estas recomendaciones, con algo de aggiornamento, podrían muy bien ser útiles en nuestros días. Y desde luego, perfectas para que tomaran nota las visitas que se eternizan en la despedida, mil veces parece que se va a ir y otras mil que se quedan hasta el día del Juicio.
    Saludos

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  6. Es una experiencia verdaderamente traumática. Sin duda. Además de una dura prueba para nuestro autocontrol.

    Saludos y gracias, doña Amaltea.

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  7. Qué lastima que se hayan perdido estas buenas maneras, bien distintas a las que usan en este mundo nuestro, de vértigo y estruendo. Sin haberlas vivido las añoro, qué extraño...
    Mis respetos caballero!!

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  8. Buenas maneras: si las añora es seguro que las conserva. Las añoramos en los demás.

    Muchas gracias y mis saludos, doña Carmen.

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  9. Normas de compostura que se han perdido, ahora rige la falta de educación en muchas situaciones: la escuela, la universidad, el trabajo o en el propio seno familiar...sin exagerar, pero algunas de estas normas no vendrían mal hoy en día.

    Un saludo

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  10. Estamos de acuerdo, Carolus II. Ahora cualquier persona bien educada parece un superviviente del mejor siglo XIX.

    Gracias y saludos.

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  11. A más de uno no le vendría mal esa lectura. Saludos.

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  12. Es una de las razones de mi modesta entrada. Y no por los lectores de este cuadernillo, por supuesto, todos ilustrados y de irreprochable corrección.

    Saludos, señor DLT.

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