martes, 28 de enero de 2014

LA POCA FORTUNA DE UN LADRÓN DE LIMOSNAS

El santuario de Nuestra Señora de las Caldas está en el lugar de Barros, un señorío de la Casa de Aguilar en las Montañas de Santander. Dicen que en la primera guerra carlista fue lugar de amparo para las partidas que se levantaron por el Pretendiente. Muchos años antes, en 1567, un individuo intentó desvalijar el cepillo de la ermita en el que los devotos depositaban sus limosnas. En mala hora tomó esa decisión pues, según Juan de Villafañe, "sucediole muy mal el loco atrevimiento". Cuando estaba trasteando en la caja para conseguir unos ruines cuartos, que tampoco habría mucho más, quedó su mano atrapada y no la pudo sacar "por más que lo intentaba, y hacía fuerza para ello". Allí se quedó apresado. Fue descubierto por alguien que no dudó en avisar a la Justicia. El cronista consideró el suceso como un milagro justiciero. El robo se pagaba muy caro en aquellos años. Sin demasiados adornos, escuetamente, nos dice Villafañe: "fue castigado como merecía su atrevido intento, ahorcándole en el monte, que está enfrente, de la otra parte del Río".

Juan de Villafañe, Compendio histórico, en que se da noticia de las milagrosas, y devota imagenes de la Reyna de Cielos y Tierra, Maria Santissima, que se veneran en los mas celebres santuarios de España, Madrid 1740

10 comentarios:

  1. Ninguna fortuna tuvo el pobre hombre, ni tan siquiera galeras. Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. El castigo no correspondía con el pecado.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Como La boca de la Verdad, el pobre infortunado quedó atrapado por el malvado cepillo por sus muchos pecados, tras de lo cual tuvo un final bíblico y moralista que, seguro, fue inventado como aviso a navegantes.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Seguro que quería sacar los cuartos con la mano cerrada. Y por avaricioso le pillaron metiendo mano en la caja. A ver si aprenden algunos de esta historia con moraleja.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Al ladrón le cayó todo el peso de la Real Justicia. Sin duda el carácter del robo, en lugar sagrado, debió de considerarse un agravante.

    Saludos y muchas gracias, don Eduardo.

    ResponderEliminar
  6. La desproporción entre el delito y la pena era muy propia de las leyes penales del Antiguo Régimen aunque, claro, según el rango del culpable.

    Saludos y muchas gracias, doña Mari-Pi-R

    ResponderEliminar
  7. Puede que fuese un invento. Aunque en las sociedades tradicionales y, en gran medida iletradas, la memoria es bastante buena. Lo de la Boca de la Verdad es muy ingenioso y, si me permite, tiene su matiz de humor negro.

    Saludos y muchas gracias, doña Carmen,

    ResponderEliminar
  8. O se puso tan nervioso que no dio pie con bola. Por otra parte, no son tan raros accidentes de este tipo.

    Muchas gracias y saludos, don Cayetano.

    ResponderEliminar