lunes, 30 de diciembre de 2013

LA DEVOCIÓN Y LA CORTESÍA



Cerramos el año con una historia de grandeza y desdén. Sor Margarita de la Cruz era hija del emperador Maximiliano I y de Margarita de Austria. Ingresó en el Monasterio de las Descalzas Reales -a los 18 años- el 25 de enero de 1584, profesó el 25 de marzo de 1585 y murió el cinco de julio de 1633. En su personalidad se unen la brillantez de la Casa de Habsburgo y el desprecio hacia el mundo. A pesar del paso de los siglos no dejan de sorprendernos estos personajes que, pudiéndolo tener todo, decidían apartarse de todo -salvo de Dios- entre los muros de un monasterio. La ejemplaridad de la vida y la muerte de sor Margarita servía a la Monarquía tanto como las compañías que se batían en los campos de Europa. Don Francisco de Quevedo le dedicó, con motivo de su muerte, un soneto que Pablo Jauralde Pou considera deslumbrante: " ¡Oh cuán cesáreas venas, cuán sagradas/ frentes se coronaron con tu velo!/ Y espléndido el sayal venció en el suelo / púrpura tiria y minas de oro hiladas". Es posible que estuviese -incienso, lutos y cera -en sus honras fúnebres, en el Convento de la Encarnación, antes de partir hacia La Torre de Juan Abad.  En 1632, devoto y caballeresco,  le escribía estas palabras a sor Margarita:

"Puesto á los pies de vuestra alteza, señora mía, obedezco sus órdenes, mandándole ese romance de mis manos pecadoras; y la suplico pida a la Madre del Crucificado, á quien se dedica, interceda en el cielo por mí, y me perdone tantos pecados que me roen la conciencia; que si vuestra alteza se lo suplica, no podrá mi alma dejar de recibir mucho consuelo. Quedo en esperanza de mi deseo, y beso sus manos como esclavo"

Los datos sobre el ingreso, profesión y muerte de sor Margarita de la Cruz- Serenísima Infanta Doña Margarita de Austria en el mundo- están recogidos en: Vilacoba Ramos, Karen, Mª.,  Hispania Sacra, LXII, 125, enero - junio, 2010, pág. 123. Sobre el soneto y la posible asistencia de Quevedo a sus exequias: Jauralde Pou, P., Francisco de Quevedo (1580-1645), Castalia, Madrid  1999, pág. 658

4 comentarios:

  1. Respetable su decisión aunque reconozco que mi persona disfruta con demasía de los placeres de este mundo nuestro a pesar de su banalidades...
    Un abrazo para usted y los suyos y mis mejores deseos para el 2014que inevitablemente se nos acerca ya.

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    1. Pero, a veces, doña Carmen los desgnios de Dios y las obligaciones debidas a los cetros imponen grandes renuncias.

      Reciba usted mis saludos y mi agradecimiento. Y feliz 2014.

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  2. ¡Pobre doña Margarita, destinado por mano de otros a las cuatro paredes de un conevnto! Aunque no es menos cierto que quizá peor hubiera sido traer hijos y más hijos a este mundo sucumbiendo en las manos carniceras de los físicos en un mal parto.
    Un abrazo y feliz año 2014

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  3. Nunca se sabe. Lo que sí es evidente, doña Carmen, es que el peso de un linaje tan grande dejaría poco lugar a la elección de vida y estado.

    Quedo agradecido por sus palabras y reciba usted mis saludos. Feliz año 2014.

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