sábado, 30 de noviembre de 2013

BARBOS

Son peces de aguas mansas, difíciles de pescar por la enojosa desconfianza que muestran ante los cebos. Tienen a veces un tono amarillento. Poderosos cuando resisten al tirón del sedal, pueden vivir, sin mayores problemas en estanques, tablas y albercas. Cuando son viejos nadan con lentitud y solemnidad, indiferentes al mundo desde sus modestas querencias. Son poco apreciados en las artes culinarias. No siempre fue así. Tiempos hubo en que los humildes barbos eran servidos en mesas reales y principescas. Francisco Martínez Montiño, cocinero en la corte de Felipe III, los incluía en la relación de platos adecuados para el mes de mayo. Debían, en su autorizada opinión, prepararse fritos, con tocino y picatostes. Por cierto, en Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, se habla de una huéspeda, de muy mala catadura, que "quedó toda enharinada, como barbo para frito". Luis Cabrera de Córdoba afirmaba que el duque de Mayenne,  embajador extraordinario del Rey de Francia en la Corte de Felipe II,  recibía- para los días de vigilia- cien libras de barbos. Llegarían a las casas principales de dicho personaje en grandes canastas. En esas jornadas las cocinas del señor de Mayenne olerían a ovas y saltarían las escamas entre juramentos de pícaro.

6 comentarios:

  1. Leí en un ocasión una reseña sobre una obra de Shakespeare en la que se denominaba al autor como "el Gran Barbo", jajaja. Cosas veredes, Sancho,...
    Saludos, caballero!

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  2. De los peces de aguas dulces quien se lleva la palma es la trucha. Debe ser que la carne del barbo es menos apreciada. He oído no obstante que a pesar de no ser un pez con fuerte demanda tiene tendencia a desaparecer. De hecho está disminuyendo su número en buena parte en los cursos medios de los ríos, por ejemplo del Ebro. Dicen que parte de la culpa la tiene la introducción del siluro, una especia exótica foránea.
    Un saludo.

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  3. Nunca he probado este manjar para saber si lo es o pudo ser despreciado por su carne demasiado espinosa o ruda. En todo caso debían de comerlo nada más pescarlo, pues hemos de tener en cuanta que no existían los congeladores y que si acaso eran transportados los pescados en cestos repletos de nieve o hielo de la sierra madrileña.
    Un saludo

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  4. Es una curiosa manera de referirse a Shakespeare. Un barbo muy ilustre, sin duda, y de los tiempos referidos en mi entrada.

    Mis más cordiales saludos, doña Carmen.

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  5. No tiene la calidad de truchas y salmones, es evidente. Respecto a su
    delicada situación, es la primera noticia que tengo. Desde luego, la introducción de especies foráneas como los cangrejos americanos, el black bass, la perca sol, etc., es funesta.

    Reciba usted, amigo Cayetano, mis saludos.

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  6. Su apreciación es muy certera, doña Carmen. El pescado más vendido era el bacalao o abadejo salado. Las truchas necesitan aguas más oxigenadas que las existentes en muchos ríos cercanos a las ciudades y villas.

    Saludos y perdone lo tardío de mi respuesta.

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