martes, 22 de octubre de 2013

HABSBURGO



Patrick Leigh Fermor reflexiona sobre los Habsburgo en  El tiempo de los regalos. Algo nuevo, decía, se introdujo en la dinastía con el matrimonio de Felipe el Hermoso y Juana la Loca. No fue sólo la unión de reinos, estados, señoríos y ciudades sino también la entronización de la solemnidad: el ritual monárquico, las vestimentas negras y "la altanera puntillosidad española". Siglos decisivos aquéllos, "cuando las quijadas largas y delgadas y los labios inferiores colgantes dominaban en ambas capitales e infantas y archiduques eran casi intercambiables", entonces "las capas oscuras con cruces escarlatas de Santiago y Calatrava empezaron a mezclarse con los vistosos penachos y las prendas acuchilladas de los lansquenetes".

Para muchos la entronización de los Habsburgo supuso la ruina de España, el origen de nuestra implicación en los terribles laberintos de la política continental. Los procuradores de Cortes lo sabían bien y así lo manifestaban. Sin embargo, todo aquél que tenga un fondo de fidelidad monárquica no puede dejar de responder al llamamiento de esa herencia. En ésta reside el sentido más profundo de la Monarquía. Hasta la decadencia -bien llevada- puede ser un camino hacia la grandeza.

14 comentarios:

  1. Desde luego para mi, fue el comienzo de nuestra época dorada, de esos casi 200 años estelares de nuestra historia. Las guerras nos desangraron, pero también dieron lugar a grandes hombres forjados por el hierro de las armas. Fueron los años dorados de nuestras artes: literatura, pintura, arquitectura...

    Los Austrias elevaron a la Monarquía a niveles nunca antes vistos de poder y expandieron nuestra cultura por los 5 continentes.

    Un saludo

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  2. Incluso un republicano siente gran aprecio y admiración por aquella dinastía, cosa que no puedo decir de la que la sucedió.

    ¡Salud!

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  3. Es indiscutible lo que usted dice, Carolus II, y comparto su fidelidad austracista.

    Mis saludos.

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  4. De igual forma que un republicano francés puede sentir admiración por su Gran Siglo y por Luis XIV. No son convicciones incompatibles.

    Saludos señor de Dissortat.

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  5. Que llegaran a reinar en España fue cosa del destino. Si los hijos de los Reyes Católicos hubieran tenido mejor fortuna no habría sido necesario importar una monarquía extranjera. Pero la historia es la que fue y no hay que darle más vueltas.
    Un siglo de grandeza para la dinastía y otro de decadencia. La cosa acabó muy diferente de cómo empezó. Aunque ya al final de su periplo se atisbaba la luz al fondo del túnel, los "brotes verdes" que diríamos hoy.
    Un saludo.

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  6. Creo que nadie puede poner en duda que los Habsburgo convirtieron España en un gran imperio. Fueron años de expansión y de desarrollo artístico. Lo que vino después no quita esplendor ni brillo a lo que significó la entronización de esta disnastía

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  7. En el fondo creo que los grandes imperios y las grandes potencias se forman sin un plan, sin un proyecto debidamente meditado. Los Austrias llegaron como era habitual en las monarquías del siglo XVI y XVII, en gran parte por azar, a pesar de los cálculos de la política matrimonial. El balance no puede ser considerado negativo.

    Saludos, don Cayetano.

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  8. Estoy de acuerdo con usted, doña Ambar. ¿Habría sido mejor el porvenir de España sin su implicación en los asuntos continentales?. Nunca lo sabremos. Desde el momento que se convierte en una potencia imperial, por las Indias, su participación en la política europea era inevitable.

    Saludos cordiales.

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  9. Que los Autrias convirtieron a España en la gran potencia de los siglos XVI y XVII es indudable, aunque hay quien cree que Carlos V cometió un error legando los Países Bajos a su hijo Felipe en lugar de a Alemania. El desgaste por mantener la fe católica allí fue constante.
    Un saludo.

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  10. Es verdad, DLT, pero era necesaria una posición sólida en el Atlántico para frenar a los protestantes y proteger el comercio con los puertos del norte. Con todo, una política aislacionista o semiaislacionista, como defendían algunos, y no sin cierta sensatez, en España no era posible.

    Saludos cordiales.

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  11. Buenas tardes, Retablo:

    A veces me da por pensar que tenemos un recuerdo razonablemente bueno de los Habsburgo más gracias a los Borbones que a los propios Habsburgo.

    Una vez pasados los dos grandes monarcas (que también tuvieron sus cosas), me cuesta separar la idea de Siglo de Oro a la de "Siglo de hambre". Ahora, comparados con los Borbones...

    Un saludo.

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  12. Hambrunas las hubo en toda Europa, en esos siglos, no sólo en España. Era el sino de las economías preindustriales. Evidentemente, la presión fiscal derivada de la política exterior de los Habsburgo no ayudaba, desde luego, a soportar las penalidades.

    Por otra parte, ¿No cree usted que la Casa de Borbón ha dado también buenos monarcas o al menos con reinados más que razonables?. Me refiero a Felipe V, Fernando VI o Carlos III. El XVIII fue un buen siglo para España. El XIX fue otra cosa y en el XX no entro por ahora.

    Muchas gracias por su comentario, don Manuel, y sea usted bienvenido a esta tertulia.

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  13. Cuando una potencia llega a lo más alto, a dominar con sus hilos los destinos del mundo conocido, es claro que pronto se iniciará su periodo de decadencia. El proceso es cíclico y continúo, imparable. El matrimonio de Juana y Felipe daba paso al esplendor europeo de la Monarquía Hispánica, con sus luces y sombras. El caballero español vestido sempiternamente de negro con gorguera blanca, de rostro y manos pálidos, de perfil hueso, paradigma del Quijote, hacía acto de presencia y ahí estaba El Greco para darnos constancia de ello.
    Un saludo

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  14. No se puede explicar mejor, doña Carmen. Al final todos los imperios caen por la naturaleza de las cosas, y en las causas de su desplome hay errores de planteamiento y de estrategia.

    Saludos cordiales.

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