domingo, 27 de octubre de 2013

EL TIEMPO DE SOLDADOS Y TOREROS



La afición a los relojes es una inclinación de linaje barroco. En el siglo XVIII la reflexión sobre el tiempo, siempre en la esencia del pensamiento occidental, se unió a la búsqueda de la precisión, tan propia de la mentalidad ilustrada. En aquellas cabezas, rematadas con pelucas, residía una constante e incorregible pasión por contar, medir y clasificar. No era sólo asunto de gabinetes de científicos y curiosos. Don José Carrillo de Albornoz, conde de Montemar  (1671-1747) recomendaba en un tratado militar: "llevará el Capitán [de Caballería] relox, anteojo de larga vista, tintero, y papel, y algún pedazo de cerilla, o estadal, por ser todo preciso para salir con ayre de la comisión que se le encarga". Seguro que nuestro brigadier, don Pedro de Rivera, era de la misma opinión. Miraría su reloj y otearía con su largavista los grandes espacios americanos en su viaje de 13.000 kilómetros. El morral de un oficial del siglo XVIII bien podía contener redes, cajas y lentes de aumento pues no faltaban coleccionistas y naturalistas aficionados en regimientos y buques de la Armada.

También es conocida la estampa de Pepe Hillo, estoque a la derecha y el reloj a la izquierda. Lo muestra el torero, enigmático y resignado ante el inexorable paso de las horas y los días, con la fiera abatida  a sus pies. El tiempo, la espada y la muerte del toro tienen una misteriosa relación.


                                                                         
Y otra cuestión para pensar: "Salir con ayre". Obligación compartida por toreros y militares. Buen propósito, consejo para no olvidar, una exhortación que el conde de Montemar nos hace desde el civilizado y elegante siglo XVIII. Siempre hay que aspirar a "salir con ayre". Aunque no llevemos catalejo, tintero, papel, cerilla y reloj de los de antes.

10 comentarios:

  1. El siglo XVIII es una etapa muy interesante de Europa: el Neoclasicismo, la Ilustración... Grandes avances se producen en algunos países, no en todos por desgracia. La preocupación por los aspectos técnicos y científicos, como esa costumbre de medirlo todo, forma parte de esa mentalidad investigadora.
    Un saludo.

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  2. 'Salir con ayre' me quedo con la expresión... Yo, que no uso reloj, quiebro en el intento...
    Saludos,

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  4. Buenos días, Retablo:

    Me parece sorprendente que estos caballeros del siglo XVIII quisieran aprehender con tanta exactitud aquello que les acontecía.

    No me imaginaba que Pepe Hillo llevase un reloj de bolsillo al coso. Normal que luego escribiese su manual de cómo ser un buen torero, tenía que tener la cabeza muy ordenada.

    Interesante reflexión. Un saludo.

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  5. El siglo XVIII, don Cayetano, representó una etapa inigualable de civilización y afán de conocimiento. Tiene también, por supuesto, sus sombras.

    Por cierto, que ha sido muy gratificante nuestro debate en su blog. Es lo que tiene escribir tan bien como lo hace usted.
    Mis saludos.

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  6. Es fundamental, desde luego, salir con aire, como aconsejaba el Conde. Toda una filosofía de vida.

    Saludos, doña Carmen.

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  7. Es enigmática, como comentaba, la presencia del reloj. ¿Indica la necesidad de no alargar la faena innecesariamente? ¿Es un resto de iconografía barroca a finales del XVIII o principios del XIX?.

    Saludos, amigo Castellano Anónimo

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  8. Todo lo más un smartphone (remedo de reloj de entonces), clinnex, llaves de casa y monedero es lo que llevamos en el bolso, aunque hay ciertas damas que portan consigo media casa, claro. Con todo ello, sobre todo con el smartphone, puedo un caballero o una señorita "salir con ayre" de ciertos problemas de la vida moderna.
    Un saludo

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  9. No soy un entendido ni muy aficionado al arte de Cúchares, pero me atrevo a suponer que ese reloj en la mano de Pepe Hillo fuese la mejor manera de evitar los avisos reglamentarios.
    Un saludo.

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  10. Interesante apreciación. Sin embargo lo de los avisos cronometrados no creo que se aplicase a finales del XVIII, y menos con la precisión de los relojes mecánicos.

    Saludos, señor DLT.

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