miércoles, 18 de septiembre de 2013

DEL USO CORRECTO DE LA SERVILLETA

En el prontuario de urbanidad de don Juan Manuel Calleja (1847) se indica lo siguiente:
"desdóblase la servilleta, y se coloca según la coloquen los demás, porque antes se fijaba una punta al pecho y la opuesta se ponía bajo el plato; pero ahora es moda ponérsela encima de las rodillas, en donde de nada sirve."

Naturalmente, en el uso antiguo, el tamaño de la servilleta sería muy grande y de embarazoso gobierno en la mesa. Además, los descuidados y torpes, quedarían en evidencia por lo expuesto de las manchas, migas y demás sustancias

 No podemos imaginar a esos espíritus graves, trágicos y alucinados del XIX, Donoso Cortés,por ejemplo, con la servilleta al cuello, sujeta bajo el plato. Eso era para otro tipo de personas.

10 comentarios:

  1. Nunca he considerado que queda fino ponerla en el cuello, pero es el lugar más práctico, incluso en las películas de Hercule Poirot siempre la usa así.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Hercule Poirot es magnífico y, sin caer en ciertas manías suyas, es un buen ejemplo de las formas civilizadas de la burguesía europea, heredera del XIX. Con todo, para llevar, con corrección y buen porte, una servilleta al cuello hay ser poco menos que el detective belga.

    Saludos, doña Mari-Pi-R

    ResponderEliminar
  3. Que prácticos esos prontuarios de urbanidad, algo mejor sería la convivencia entre las personas si padres o maestros continuaran dando sencillas lecciones de urbanidad.
    Como siempre un placer leerte.

    ResponderEliminar
  4. Y, frente a lo que se piensa, los consejos de estos manuales eran muy sencillos y fáciles de seguir. Hay ideas que están anticuadas pero otras orientaciones están vigentes. Son la consecuencia de muchos siglos de civilización.

    Muchas gracias por su comentario y reciba mis saludos, doña Ambar.

    ResponderEliminar
  5. Lo malo no era colocar la gran servilleta, sino cómo comer con esos bigotes y barbas tan desarrollados que se llevaban por entonces. Más de uno acabaría sorbiendo los fideos por la nariz.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  6. Contrariamente a lo que dice el texto, siempre había asociado la servilleta al cuello como algo propio de niños pequeños, casi a modo de babero.

    No cabe duda que es mucho más práctico que poner la servilleta sobre las piernas.

    Muchas gracias por rescatar estas lecciones de urbanidad. Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. En los manuales no se olvida este detalle que usted menciona. Y desde luego hay que tenerlo en cuenta, ahora y siempre.

    Saludos, doña Carmen.

    ResponderEliminar
  8. Estoy de acuerdo con usted. Y me parece mucho más elegante la opción que usted propone.

    Saludos, Anónimo Castellano.

    ResponderEliminar
  9. Casualmente, hace unos días, en una librería estuve viendo el librito, del que habla, un facsímil de ese manual de Calleja. No lo compré. El que sí tengo en casa es otro de Juan Escoiquiz, preceptor de Fernando VII, un manual, Tratado de las Obligaciones del Hombre, sobre moral y también urbanidad, incluido el comportamiento en la mesa. Predicó Escoiquiz sin dar ejemplo, en lo moral, claro, pues fue intrigante y mal ejemplo para su pupilo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  10. Escoiquiz es un personaje de infausta memoria. Y odiado por todos. Sería muy interesante conocer sus consejos sobre urbanidad. Al parecer, Fernando VII no era un ejemplo de buenas maneras.

    Saludos, amigo, DLT

    ResponderEliminar