viernes, 2 de agosto de 2013

VIAJAR Y PADECER

Lo de viajar por afición no es costumbre muy vieja. Gente inquieta nunca ha faltado: espíritus desasosegados, aventureros y curiosos de andar y ver, como diría Ortega. Viajaban los soldados, los misioneros, los embajadores y los mercaderes. Pero, en general, la vida de viaje era fuente de incomodidades, peligros y mal asunto para la bolsa, a merced de ladrones, venteros desaprensivos. Cuestión aparte, y no menor, el bregar con cabalgaduras revenidas, resabiadas, coceadoras y mordedoras, de carácter intratable,fuente de disgustos y origen de costaladas en caminillos ruines y rastrojeras.

Así se ponía uno en camino por servir al Rey, para ganarse el cielo o el pan,para pleitear, huir de los alguaciles o escapar de una situación muy comprometida pero, en muy pocos casos, por gusto. Habría sido cosa de locos. Como le pasó a Don Quijote aunque él, bendita sea su memoria, salió de su aldea por las imposiciones propias de la Caballería que obligaban y obligan a mucho.

Así, queda mal, en estos tiempos, reconocer que no se es amigo de viajes. Parece ser inclinación propia de ceporros,  misántropos y tacaños. Puede ser, pero no en todos los casos. Así, no faltan espíritus generosos, cultos y de valor probado que se sienten fastidiados ante la perspectiva de un viaje. Son los mismos que sienten una profunda y sincera compasión hacia aquellos  desvalidos, miembros de la silenciosa cofradía de los sedentarios, que se ven obligados a salir al mundo por inciertos y fastidiosos derroteros.  Reconozcamos, por tanto, que son muchos - hidalgos, pecheros, clérigos y seglares- los que no cambiarían su rincón por nada del mundo.

El que más y el que menos podría contar padecimientos similares a los de Guzmán de Alfarache cuando, derrengado, llegó a una venta tras una jornada a lomos de caballería:

"los muslos resfriados, las plantas de los pies hinchadas de llevarlos colgando y sin estribos, las asentaderas batanadas, las ingles dolorosas, que parecía meterme un puñal por ellas, todo el cuerpo descoyuntado, y, sobre todo, hambriento".

Dicho queda y avisados estamos.

6 comentarios:

  1. Aunque las comodidades existan en el viajar no dejan de ser duros los viajes por su cansancio, incomodidades y aun listillo que te roba cuando uno menos se lo espera, pero siempre hay personas que lo llevan muy dentro y lo sienten mucho más que otros.
    Saludos

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  2. Aunque siempre ha habido viajeros inquietos, curiosos por conocer, convendrá conmigo que el turismo, como mero desplazamiento, es un fenómeno bien moderno. Aun queda gente mayor, que no ha salido de su propio municipio o comarca y gente mayor del interior que nunca ha visto el mar.
    Un saludo.

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  3. Viajar en otros tiempos noe ra cosa valadí. Se podía salir de casa y no regresar nunca más. Por eso me río de las novelas históricas en las que sus personajes van de acá para allá, incluso a Indias, como si lo hicieran en un avión de pasajeros o en AVE, con todas las comodidades dle mundo y solo por placer.
    Un saludo

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  4. Tiene usted toda la razon. Lo que yo trato de criticar, con la mejor de las intenciones, es la idea de que todos tengamos que viajar cada verano para evitar que se nos tache de tipos cerrados.Nos guste o no. Sin duda, viajar forma y cultiva el espíritu en personas cultas como usted.

    Saludos, doña Mari Pi-R.

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  5. El turismo no es anterior al XIX. Y además, tengo mis reservas al respecto. No debemos confundir al turista con el viajero, y esto lo sabe usted como se deduce de sus espléndidas crónicas.

    Saludos sr. DLT.

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  6. Gran verdad es lo que vd. expresa. Y gran flagelo del lector tanta novela histórica de medio pelo.

    Saludos, doña Carmen.i

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