viernes, 9 de agosto de 2013

SILENCIO

Ser de pocas palabras era considerado un rasgo propio del caballero y, en general, de la persona de buena crianza. La locuacidad destemplada era incompatible con la gravedad, propia de hombres de obligaciones y justo criterio.

Alonso de Barros (1552-1604), en Desengaño de cortesanos:

Ni vi silencio y cordura,
juntos en fiesta y convite.

[...]

Ni mucha conversación,
que conserve gravedad.

[...]

Ni se conoce al que es necio,
si es sufrido y callado.

[...]

Ni ay moço desvegonçado,
que en el hablar mucho dude.

[...]

Ni es tan malo el resbalar,
del pie, como de la lengua.

5 comentarios:

  1. Y no aólo pensando en las tonterías que se pueden decir cuando se habla demasiado, sin pensar lo que se dice, sino también en lo insufrible que puede ser escuchar a algunos de los de mucho hablar. Al menos así pensaba Voltaire cuando dijo aquello de "El secreto de resultar aburrido consiste en contarlo todo".
    Un saludo.

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  2. "El que calla, otorga", dice el refrán, y como siempre el saber popular encierra una lección magistral.
    Un saludo

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  3. El silencio y el arte de saber callar. Dos grandes pérdidas para el mundo moderno.

    Saludos DLT.

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  4. Es así. Con severidad de sentencia clásica


    Saludos, doña Carmen y perdone usted, al igual que nuestro amigo DLT, el retraso en mi respuesta. Son licencias del estío y achaques de la mala cobertura que tengo estos montes

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