lunes, 29 de abril de 2013

PELIGROS DE LA CAZA


Víctor de la Serna, en su Nuevo viaje de España. La ruta de los foramontanos (1955), menciona un suceso, acaecido hacía ya muchos años, que tuvo por protagonista al cura de Ricabo. Éste se encajó en la montera dos cuernos de rebeco - más o menos como los que podemos ver en la ilustración- para que se le pusiera a tiro a un animal de la naturaleza citada. No fue un recurso prudente pues "atrajo, en cambio, un postazo que le sacudió un vecino tomándole por un rebeco de verdad". Victor de la Serna asociaba este ardid, planeado por el honrado clérigo, con la antiquísima costumbre que tenían  los jinetes germánicos, los celtas o los normandos, de coronar sus yelmos con cuernos y alas. Es posible. La caza siempre tiene sus riesgos, por eso de ir de acá para allá con escopetas y morrales, al arrimo de despeñaderos y entre las espesuras de los jarales. Los verdaderos aficionados atestiguarán que vale la pena pasar todo tipo de penalidades para ejercer tan viejo y noble ejercicio.  Esto no es siempre comprendido, en especial por los asiduos a cafés, sofás y bock de cerveza a las una. Una razón muy poderosa debe de existir cuando hombres sensatos, nada dotados para las artes venatorias, insisten una y otra vez en salir al campo, para mayor perjuicio de su tiempo, su bolsillo y su prestigio personal. Jardiel Poncela cita en ¡Espérame en Siberia, vida mía! a un tal Menacho que decía ser cazador. Hacía recuento de sus jornadas cinegéticas. En  los cuatro domingos del último mes había obtenido los siguientes trofeos:

Perdices: 1
Liebres : 1
Mariposas: 2
Perros de su propiedad: 39
Campesinos: 13

Un aspecto que no se debe olvidar: Jardiel consideraba a Menacho "bobo de este a oeste".


10 comentarios:

  1. De la caza sólo me quedo con el paseo matutino por el campo, y conste que me gustan las perdices pero eso de matarlas....quizás sea una hipocresía por parte de los que somos carnívoros y además decimos que somos incapaces de matar a un animal.
    Un saludo

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  2. Sobre estos asuntos, el conde de Yebes publicó un interesante tratado de montería: "Veinte años de caza mayor", con más interesante aún prologo de Ortega y Gasset.
    Un saludo.

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  3. Buen currículum el del tal Menacho.
    A tenerlo en cuenta antes de salir a la calle.
    Un saludo.

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  4. Buenos días:

    El tal Menacho demuestra que el hábito no hace al monje.

    No obstante y fuera de bromas, creo que de caza sólo debería hablar quien pueda dar una opinión seria sobre el asunto. Desde fuera todo lo que se pueda decir, resultará frívolo e inconsciente.

    Un saludo.

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  5. Antes de cumplir los 22 años practicaba el tiro al plato. Era bueno, no lo negaré, pero nunca salí a cazar. De aquel tiempo ya no queda ni la escopeta paralela que usaba. Bueno, me queda como recuerdo familiar, la escopeta paralela con llaves de pistón y dos gatillos de aquel tío mío que falleció a los 19 años por una efermedad congénita del corazón, por allà por los cincuenta del siglo pasado y al que, evidentemente, nunca conocí. Tres días más tarde de la muerte de ese tío carnal mío, su mejor amigo, de su misma edad, moría víctima de un disparo en el pecho, supuestamente accidental, mientras limpiaba su arma. No hubo quien dijese que había sido un suicidio. Sus cuerpos yacen en nichos contiguos... pero todo eso es otra historia...

    Saludos.

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  6. Sin duda. La caza es una afición antiquísima pero no general. Es muy natural sentir cierta compasión por los animales,incluso entre cazadores.

    Muchas gracias por su escrito,doña Ambar.

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  7. Creo que es el texto recogido en su obra "La caza y los toros". Ambos ensayos son imprescindibles.

    Saludos,señor DLT.

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  8. Para lanzarse cuerpo a tierra.

    Mis saludos,don Cayetano.

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  9. Igual creo yo, mis apreciados amigos de Anónimo Castellano. Plena libertad para su ejercicio, de acuerdo con las normas legales y la deportividad necesaria, y comprensión para el que no es dado, e incluso rechaza la posibilidad de abatir piezas en el campo.

    Mis saludos, señores.

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  10. Bien triste es lo que usted nos refiere, señor de Dissortat. Y muy serio.

    Reciba usted mis saludos.

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