domingo, 7 de octubre de 2012

LA ELEGANCIA DE ANTONIO FUENTES


La decisión de Juan Belmonte de desprenderse de la coleta, el trato con escritores y sus sinceras aficiones intelectuales se han considerado como un gesto de ruptura con el estilo que, desde siempre, había caracterizado al torero dentro y fuera de la plaza. Belmonte que revolucionó la tauromaquia en tantos aspectos y cuya correspondencia con las vanguardias de su tiempo es evidente, no era del todo original en tales gestos. Ya el marqués de Premio Real,  en su obra Semblanzas de los toreros del día (1900), escribía lo siguiente de Antonio Fuentes: "Es exageradamente elegante en el vestir, y es reo entre la afición sevillana de haber importado el uso de corbata, los trajes de forma inglesa y otros detalles de la toilette masculina de los señoritos". Atenuaba, eso sí, su elección que no dejase de vestir el traje corto "al que en días solemnes da la preferencia, rindiendo así pleitesía a la tradición". Junto a esto menciona Premio Real sus lujos y alardes de elegante pues "se viste tres o cuatro veces al día como cualquier gomoso; frecuenta los círculos y reuniones de la afición más distinguida; tiene coche; y en joyas y caprichos gasta un dineral". Antonio Fuentes no renunciaba a la posibilidad, incluso, de ir más allá del señoritismo castizo y convertirse, si no en un dandy, si en un gentleman. La voluntad de distanciarse de la imagen tradicional del torero no era nueva. Adrian Shubert menciona como precursor de esta tendencia a Francisco Montes y, por supuesto, a Mazzantini. Tales cambios no podían dejar de provocar grandes críticas por parte de los tradicionalistas, partidarios de que los toreros vistiesen, hablasen y actuasen como tales dentro y fuera de la plaza. Mazzantini, de hecho, envío sus padrinos a Peña y Goñi que había censurado, con ofensivas palabras según aquél, su manera de vestir y comportarse como impropia de un matador de toros.

6 comentarios:

  1. Aunque muchos toreros mantienen o han mantenido siempre una actitud de analfabetos crónicos, otros se han arrimado a pintores, escritores actores y demás gente del mundo de la cultura. Un movimiento también recíproco del mundo cultural hacia los toreros.
    Un saludo.

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  2. Considero que una cosa que no quita la otra, se puede ser torero y a la vez tener inquietudes intelectuales o deseos de vestir bien.
    Un saludo.

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  3. Hay un cambio en el estilo de vida y en la imagen de los toreros, en especial desde la época de Belmonte,sin perjuicio de otros precedentes. El último gran torero que cultiva una imagen ruda y a la antigua quizás fue Rafael Guerra "Guerrita".

    Para juzgar,creo yo, la escasa formación de muchos matadores a lo largo de la Historia no debemos dejar de tener en cuenta los humildes orígenes de la mayoría. En una España con unas tres cuartas partes de analfabetos ellos, naturalmente, no eran una excepción en esto.

    Saludos don Cayetano.

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  4. Estoy de acuerdo con usted, señor de Valverde. No olvidemos los casos de Belmonte, Sánchez Mejías, Domingo Ortega, que hablaba muy bien, y actualmente de Luis Francisco Esplá.

    Mis saludos.

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  5. Bueno, quizás la desahogada posición económica de la que gozaban se lo permitía. Eso unido a que sus relaciones con personajes de alta posición (alguno hasta trataba con reyes) sirviera para tratar ellos mismos de codearse como un miembro más de la clase alta. Y que mejor forma de conseguirlo que cumplir aquello de "Allá donde fueres haz lo que vieres".
    A muchos nuevos ricos les ha pasado. Todo ello sin menoscabo de los que tuvieron auténticos y sinceros deseos de perfección personal.
    Un saludo.

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  6. Es legítimo que quisieran vestir con elegancia, hablar mejor, mejorar sus modales.Eran, en muchas ocasiones, personas de gran inteligencia natural y buen trato. Muy alejadas de los tópicos al respcto.

    Saludos señor DLT y perdone, una vez más, la tardanza de mi respuesta pero no siempre se cuenta con el tiempo que uno quisiera.

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