viernes, 27 de julio de 2012

LAS RATAS DE JULIO

Los veranos de siglos pasados estaban unidos a los más hediondos vapores procedentes de charcos, aguas corrompidas y macabras emanaciones de camposanto. Leo en unas anotaciones viejas que, en julio de 1702, se informó al gobierno municipal de Jaén del siguiente asunto: "en las carnicerías del señor San Francisco entraban asimismo las asaduras de dichas reses de que, por ser cosa tan delicada, se originaban mui malos olores por corromperse de que las carnes tomaban aquel mal olor". Al año siguiente se informaba además que en las mismas carnicerías solían quedarse muchos caballeros sin ración de dichos despojos al ser éstos "arrastrados y comidos [por] ratas". Muy difícil de sufrir debía de ser esto para que individuos tan endurecidos, jiferos y chulos del rastro, se espantasen. Las ratas, imagino, serían como liebres medianas, bien alimentadas,  pardas, conocedoras de su terreno y capaces de amagar una tarascada al verse en apuros. Los mondongos, disputados con estacazos y juramentos a los roedores, se entregaban los sábados, por especial y valorado privilegio, a los caballeros veinticuatro que regían la ciudad. Ellos, como es natural, no los recogían en persona, pues no iba a ir por las calles un hábito de Santiago con una talega de riñones y criadillas, sino que los recibían criados o muchachos mandados para tal fin. Hay noticia, además, de la costumbre de donar estos despojos a los pobres de la Cárcel Real que pasaban unos aprietos de primera para subsistir cada día. Conviene recordar que, para la gente corriente, el consumo de proteínas de origen animal se limitaba a guisos confeccionados a base de tripas, grosuras, gallinejas y callos que se compraban, en las ciudades, en puestos ambulantes y bodegones. Esto de comer en la calle era muy del gusto de los españoles.

4 comentarios:

  1. Si eso sucedía con la carne, ni le cuento lo que pasaría con el pescado.
    Y menos mal que algo se salvaba, despojos aparte, con los salazones.
    Un saludo.

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  2. En aquella época todo era aprovechable porque, quien más quien menos, había vivido hambre alguna vez en su vida y en la mayoría de los casos ésta era una enfermedad endémica. Así que buenos eran el pan duro, los mondongos y los ajos y cebollas que se comían crudos, como desayuno.
    Saludos

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  3. A pesar de todo, el pescado fresco (o relativamente fresco) llegaba al interior de España gracias a la nieve que se comercializaba como producto de primera necesidad.

    Muchas gracias por su comentario señor DLT. Y perdone la tardanza en la respuesta.

    Saludos.

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  4. Además la necesidad de algún complemento de proteínas de origen animal hacía que fuesen poco exigentes en cuanto al estado de estos despojos. Es lo que me llama la atención de la noticia que publico, procedente de las actas municipales. Para protestar del estado del matadero, en tipos tan poco delicados, la situación debía de ser escandalosa.

    Saludos doña Carmen.

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