jueves, 28 de junio de 2012

CAMPANILLAS DE BUFETE



Hablemos de las campanillas de bufete. Descansaban junto a los memoriales que demostraban remedios universales para los males de la Monarquía. O al lado de un tratado sobre diezmos y primicias en un olvidado abadengo. Daban también una nota alegre a la monotonía de los pleitos y contrastaban en su estridencia con la grave compostura de los hidalgos, fundadores de patronatos, capellanías y mayorazgos. Eran lo único alegre en la celda de los ascetas, con los santos y los demonios tras los cuarterones de la puerta, y en los despachos de los escribanos donde la astucia acechaba por los rincones. Su modesto repique era recurso obligado para llamar al criado, amodorrado y enredador, que no con descompuestas y villanas voces. Con elegancia las agitaban los largos dedos, como de muerto, de los que vivieron en aquellos tiempos. En las anochecidas de invierno las campanillas despedían reflejos de fuego fatuo a la luz de los velones. Los latoneros las vendían en 1627: "Cada campanilla de media naranja torneada con su cabillo, para encima de los bufetes, la mayor seys reales. La mediana cinco, la más pequeña cuatro reales". 

10 comentarios:

  1. Interesante lo que has contado sobre las campanillas. Tienen todo un historial de siglos pasados, un halo de elegancia que envuelve delicadamente costumbres ancestrales.

    Un beso
    Me quedo por acá.

    lujanfraix.blogspot.com

    Te dejo esta dirección porque tengo varios sitios pero en éste escribo todos los días.

    Cariños

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  2. Qué texto tan bonito. Campanillas de bufete, como cascabeles puestos al gato en las celdas de los ascetas, como una risa o un placer que anda suelto.
    Un placer leerle.

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  3. Muchas gracias por su comentario. Es muy certera su visión del pasado.
    Paso,seguidamente, a leer su blog.

    Mis saludos Luján Fraix.

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  4. Su comentario le habría gustado a Ramón Gómez de la Serna.Es alegre y preciso como la más excelente greguería.

    Muchas gracias doña Olga.

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  5. Imagino esa campanilla sonando estridente en manos de un leguleyo avinagrado de larga loba, mientras el escribano de turno, resoplando tras galopar escaleras arriba, entraba con sus medias calzas y lechuguilla para recojer los legajos recién espolvoreados de salvilla. Cómo estimulas nuestra imaginación...
    Saludos

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  6. Bien se demuestra, en su comentario, el profundo conocimiento de nuestros XVI y XVII que usted tiene. Y su espléndido estilo literario. La loba era prenda muy severa y solemne.

    Saludos doña Carmen.

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  7. Curioso ese mundo en el que podían escucharse esas campanillas; menos ruidoso sería sin duda, y más cristalino.
    Saludos.

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  8. Una entrada de lo más musical la suyo de hoy. Un saludo.

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    Respuestas
    1. El pasado también está ahí como usted bien sabe señor DLT.

      Saludos.

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  9. Sin duda alguna es otro el ruido y otro el silencio de uno y otro tiempo. Tiene usted razón.

    Saludos don José Miguel.

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