domingo, 15 de abril de 2012

DON DIEGO ESPINOSA DE LOS MONTEROS NO SE QUIERE CASAR

Don Diego Espinosa de los Monteros vivía en Jaén en tiempos de Carlos II. No tengo por seguro si era hombre ingenuo o de pocas luces. O las dos cosas. Pasaba los días de manera apacible don Diego, un poco aburrido imagino, y un mal día le dijeron que no sería mal asunto que pensara en casarse. Le hablaron de una doncella muy principal llamada doña Catalina Francisca Delgado y Vela y no le pareció mal la idea a nuestro hidalgo. Era obligado que le diese palabra de casamiento a doña Catalina Francisca y a ello se dispuso. Sin embargo, por confusión o jugada que le hicieron, entregó un anillo, como prenda de su promesa, a otra mujer que no era doña Catalina.  O eso decía él. El caso es que quedó comprometido y una ruptura de palabra de casamiento tenía en aquella época serias e inciertas consecuencias. Decidió el novio escaparse de Jaén. Podría haberse ido a Sevilla, a Granada o a la Corte, y allí ocultarse con alguna fortuna,  correr mundo, hacerse soldado, pasar a Indias, hacerse tahur, ermitaño, comediante, rodrigón, galán, portero de palacio, jesuita, aventurero o jayán de marca mayor. Pero no, se fue a Valdepeñas, un pueblo a unas pocas leguas de Jaén donde todos se conocían. Decisión que apunta al poco seso de don Diego pues pronto le echaron el guante y lo trajeron a la fuerza a Jaén. En el viaje de vuelta le debieron de poner la cabeza como bombo de fanfarria, hasta extremos difíciles de imaginar, para que le explotase. Lo pusieron a buen recaudo, en un calabozo nada menos. Allí, a la sombra, recibió todo tipo de admoniciones, consejos, requerimientos, amenazas, regañinas y sermones de "caballeros desta ciudad, personas de superior clase", como dice el expediente que recoge esta historia. Consintió en casarse, qué remedio, lo montaron en un coche, bien guardado para que no se escapase otra vez,  y lo llevaron camino a la casa de la novia. Allí oficiaron, creo que con más prisa que solemnidad, la ceremonia y después enviaron a los recién casados a una alcoba. Una vez solos, don Diego le dijo a la recién casada que con ella no iba nada y que, si daba un paso hacia él, estaba dispuesto a lanzarse por la ventana y descalabrarse o lo que Dios quisiera. Por la mañana, a hora prudente, un tío de la novia subió a la alcoba para ver como había ido todo y se encontró a Don Diego, vestido de punta en blanco y sentado en una silla, más tieso que una vela. Otra tía de la novia llamada, para más señas, doña Eufrasia al descubrir la casta decisión de don Diego comenzó a lamentarse con grandes voces y juramentos. Esto debía de imponer, las cosas como son. La cólera de doña Eufrasia debía de intimidar al más valiente. Mandaron buscar a un caballero veinticuatro de Jaén, llamado don Antonio de Monroy para que metiera en vereda a don Diego. Si requirieron su presencia es porque por fuerza tenía que ser hombre o persuasivo o terrible. Me inclino por lo segundo pues no eran muy dados a psicologías los hidalgos del XVII y creo que acudió a resolver el negocio con humor de perros pues la mañana era muy mala y destemplada, cerrada en aguas. Llegó y mandó al novio, o al esposo que ya no sé muy bien como llamar a don Diego, que se metiese en la cama. La orden fue obedecida pero, eso sí, don Diego se metió vestido, de arriba a abajo y con su propósito ya muy claro. En un descuido, dice el documento, pidió "su ferreruelo, sombrero y espada y lloviendo como estaba se salió huyendo de ella". Nada más puedo contar pues nada más sé. Se admiten hipótesis al respecto.

Esta disparatada historia consta en el legajo 449-A, 1690-1682, expedientes matrimoniales ordinarios del Archivo Histórico Diocesano de Jaén.

32 comentarios:

  1. Es como en el Quijote, que ningún varón se quiere casar.

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    1. Y muy de Quevedo que tenía muy mala opinión del matrimonio.
      Saludos don Ángel.

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  2. Genial. La historia parece sacada de una comedia de enredo de Juan Ruiz de Alarcón. Da para eso y más. Me gusta que quede asi, sin final, porque intuyo que todo esto, a diferencia de las comedias, no acabó demasiado bien. Saludos.

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    1. Pues sí que parece de una comedia. Ahora con el paso del tiempo parece cosa de broma pero, como usted muy bien sospecha, había ahí un trasfondo de pesadumbres y malos ratos difíciles de imaginar.
      Saludos señor de Chimista.

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  3. Me gustaría pensar que se embarcó para las Indias y allí se prendó de una indiecita con la que tuvo ocho hijos.

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    1. Podría haber sido una opción muy aconsejable. Allí en los grandes espacios de América.

      Saludos.

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  4. Simpática historia de un hombre casado a la fuerza. Y es que la palabra dada tenía entonces un gran valor, aunque fuera un equívoco, como es el caso.
    Me imagino que el bueno del hidalgo se iría esta vez algo más lejos que a Valdepeñas.
    Un saludo.

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    1. Es que el incumplimiento de la palabra de matrimonio.era algo que tenía repercusiones legales.

      Saludos don Cayetano.

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  5. Qué situación, señor del Retablo, la que nos cuenta hoy. Me lo he pasado de miedo, de miedo de bien, leyendo su genial texto de hoy, como de miedo de mal debió pasarlo don Diego, al que quién le mandaría irse a Despeñaperros, con lo estrecho que es aquello o quizas por ello, muy a modo de su carácter.
    Un saludo cordial.

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    1. Muchas gracias señor DLT. Pero es que además el muy ingenuo no se fue a Valdepeñas en La Mancha sino a un pueblo de Jaén que tiene el mismo nombre. No salió en su fuga ni de la provincia.
      Saludos.

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  6. Imagino que huiría a toda prisa como alma que lleva el diablo y sería prudente en cuanto al escondrijo.
    Un saludo.

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  7. Muy iberica la historia,a mi lo que me cuesta pensar es que fueran tan feas las de Jaen en aquella epoca,pero nunca se sabe. Un saludo

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  8. Quedó claro que la espantá de don Diego se debió a una fuerza mayor, porque esa tenacidad en la actitud revela que algo muy poderoso se interponía en el matrimonio.
    Buenas tardes.

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  9. Discurría en sus horas de calabozo, en la vuelta de su fuga, en la larga noche sentado en la silla. Sin duda.

    Mis saludos señor de Valverde.

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  10. Ahí queda el misterio, sepultado por mas de trescientos años.

    Saludos doña Amaltea.

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  11. Eran muy gentiles, de discreción y hermosura.

    Mis saludos señor Kaparra.

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  12. Sí, para oponerse de tal manera a ese matrimonio algo gordo debía ser. A lo mejor luego casó con quien quiso. O quedó soltero. Es bonito el misterio.

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    1. Es que, según el expediente y su versión, le dieron un cambiazo y trataron de encasquetarle una novia. No estaba conforme con este panorama.

      Saludos doña Aurora.

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  13. La historia, divertida a más no poder, da para una entrada de este blog y hasta para una pequeña obra de teatro. Parece más un entremés de don Lope que hecho real y tangible, aunque ya se sabe que la realidad supera la ficción. Para mí que este don Diego o era más cabeza rota y aniñado de lo que creemos o había puesto palabra a otra moza que se vería mal considerado su honor si ésta no se cumplía. O quzás al buen hombre no le gustasen las mujeres, vaya usted a saber. Lo que desconocemos es qué pasó después. Lo mismo sentó la cabeza que se metió a fraile.
    Saludos
    P.D. Acabo de regresar de tierras de Jaén. Úbeda, Baeza y la capital han sido mis destinos en esta pequeña escapada post-Semana Santa.

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    1. Pues lo que pasó después es que su esposa, que fue internada en el convento de Santa Úrsula, falleció a los dos años y siguió relacionándose con su amante una viuda llamada doña María Magdalena de Mendoza y Viedma que al quedar preñada, no tuvo más obligación que casarse con ella. Y evidentemente cuando se fugó a Valdepeñas de Jaén es porque su familia tenía casa y propiedades allí ya que su padre, don Cristóbal nació en ese pueblo aunque el linaje es originario de Jaén.

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    2. Muchas gracias por su comentario. Desconocía lo que ocurrió después de este lance.

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  14. El relato es completamente real, al menos eso dice el expediente, y el enredo de campeonato. Imagínese el cotilleo que habría en Jaén. Yo creo, con todo, que don Diego era simploncillo y apocado de ánimo.
    Espero que sus dias en las tierras de Jaén hayan sido gratos doña Carmen.

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  15. Más pocas luces, además de pocas gracias, le veo yo a la anónima del cambiazo.
    Muchos principales, personas superiores, tías terribles, clero dispuesto a matrimoniar sin consentimiento, caballeros veinticuatro amenazantes... ¿y dónde está ella?
    ¿Toda la noche a solas con un sentadito de punta en blanco y no es capaz ni de despeinarlo?
    A mí don Diego me parece admirable, un tipo noble, nada tonto, y con muchas narices. Le debieron de querer colar, y con muy malos modos, el burro de la baraja, y él no se dejó. Y quiso dejar muy clarito, no quitándose ni los zapatos, que eso no se había consumado y que de esposo nada, y lo consiguió. Cualquier otro con menos narices y menos nobleza habría hecho el paripé y después tierra por medio, o se habría dedicado a vivir a costa de todos esos importantes tan empeñados en casar a la niña, y a tomarse los cocidos de doña Eufrasia de día y corrersela por su cuenta de noche.
    Me cae bien el sr. Espinosa de los Monteros, todo un carácter.

    Saludos, sr. del Retablo. Cuánto arte, cuánta gracia y cuánto se aprende con usted.

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  16. Sus razonamientos son tan claros y contundentes que estoy por escribir, movido por tales razones,una apología de Don Diego. Es posible que, pobre de mí, atribuyese a pocas luces lo que era nobleza de corazón, más alta siempre que la de linaje, y que conste que con ésta también contaba por su Casa. Le diré, cuando le daba vueltas a esta entrada, que pensaba yo algunos ratos en la novia. Era o bien pícara o bien de condición inocente y metida contra su voluntad en camisa de once varas por intrigas y malos consejos. Nunca pensaron ellos que después de más de trescientos años estaríamos aquí hablando de ellos. Que Dios los tenga en su Gloria.

    Y muchas gracias por sus generosas palabras pues quedo muy honrado de recibirlas aunque yo no las merezca.

    Reciba mis saludos.

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  17. Ya lo tengo, sr. del Retablo, que se me ha encendido la bombilla después. Puede que la niña no tuviera tan pocas gracias, seguramente sólo estaba embarazada. Por eso las prisas y las presiones de todas las fuerzas vivas: necesitaban un padre pronto. Y por eso ella se desentendía, tampoco le haría mucha ilusión el sr. Espinosa. Igual hasta se pasaron la noche contándose sus penas o jugando al mus.
    Que Dios los tenga a todos, y a quien naciera meses después, en su gloria (caso de ser así, que tiene toda la pinta). No pensaron ellos en tan buen historiador ocupándose de sus historias trescientos años después.

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  18. Es muy probable. Tantas prisas, tanta tensión, todos al borde de la apoplejía...En la papeleta que tomé en su momento, leyendo el expediente, hace ya un cuarto de siglo,no hay dato alguno al respecto. Bien pudo ser que se ocultara en el mismo procedimiento de la Justicia eclesiástica por salvar el buen nombre de la familia de ella. Aunque los provisores estaban más que curados de espanto pues por los tribunales episcopales pasaba de todo. Con todo caben varias posibilidades más:

    1.Que don Diego tuviese la cabeza como el granito y que cuando decía que no era que no.

    2.Que no tuviese inclinación alguna,por su naturaleza y por diversas razones que no son al caso, a tener trato con mujer alguna.

    3. Que su objetivo fuese entrar en religión u ordenarse contra la voluntad de su familia y que ésta quisiera doblegar su decisión.

    A veces las presiones se debían a cuestiones sucesorias en vínculos y mayorazgos, estrategias matrimoniales,apaños de casamenteros hechosa muy largo plazo y asuntos de ese pelaje.

    Aunque lo que usted sospecha parece más que posible.

    Mis saludos y una vez más quedo por siempre agradecido.

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    1. Yo lo veo muy clarito, los enlaces entre la nobleza se apalabraban antes y cuando se dio cuenta de que la familia de su esposa no tenía dónde caerse muerta, pues se negó a casarse y ya fue demasiado tarde. Ya le valió de poco el engaño pues a los dos años...se la quitaron de la circulación.

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  19. Permítanle dar su opinión a alguien con el mismo nombre y apellidos, trescientos años después.

    Que el arrojo mostrado por titular de la historia, fue causado por varias razones.

    Que intentaran darle gato por liebre, sea que se enamoró de la que pensó él era doña Catalina Francisca, y la negó al descubrir el engaño.

    Que en su primera escapada fue en busca de su amada, probablemente bella mujer al servicio de doña Catalina Francisca, originaria del cercano pueblo de Valdepeñas.

    Que bajo amenazas y de más fanfarrias, consintiera en casarse con doña Catalina Francisca.

    Que con toda seguridad por lo que podría tocarme, don Diego tuviese la cabeza como el granito y que cuando decía que no era que no.

    Y que con orgulloso intacto y enamorado, huyera nuevamente en busca de su amada, resolviendo errores cometidos en la anterior escapada.

    Un saludo,

    Diego Espinosa de los Monteros

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  20. Honrado estoy por recibir su escrito. Los azares del destino hacen que, más de tres siglos después, otro don Diego Espinosa de los Monteros pueda dar su parecer sobre tan embrollado lance. Y todas sus hipótesis son sensatas y posibles. Hombre de carácter sí que era y, por su comportamiento y linaje, caballero.

    Reciba usted mis saludos y mi agradecimiento.

    Ángel Aponte.

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  21. Un saludo, Señor Angel Aponte.
    Buscaba, junto con mi marido, la pista de su apellido (Espinosa) que llegó hasta América, y nos encontramos con un Diego Espinosa de los Monteros nacido en 1654 en Sevilla (por fechas coincide con el reinado de Carlos II).
    ¿Es este mismo Diego del que habla el relato anterior? porque también en nuestra búsqueda encontramos que su esposa se llamaba Manuela Victoria de Escobar, pero no encontramos a Doña Catalina Francisca. Sabe usted cómo se llamaba el padre de este Diego Espinosa de los Montero, y si había heredado el título de Grande de España de su abuelo? y una cosa más ¿de donde ha obtenido usted este relato? (fuente de documentación que podríamos consultar)
    Gracias por adelantado por su amable respuesta.

    Catalina González.

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    1. El mejor estudioso de este linaje en Jaén es don Rafael Cañada Quesada. Le adjunto el enlace de un trabajo que publicó al respecto. Es un genealogista muy riguroso y serio. El dato lo obtuve de un expediente matrimonial del Archivo de la Catedral de Jaén aunque, lamentablemente, no conservo la referencia precisa pues lo consulté hace ya más de treinta años. Nada más puedo decirle.
      Muchas gracias por su comentario. Reciba usted mis saludos.

      Aquí el enlace.
      https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1147162.pdf

      https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1147162.pdf

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    2. Veo que la referencia del documento está al final del artículo.
      Saludos.

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