sábado, 24 de marzo de 2012

PATAS DE PALO

Chateaubriand en su Memorias de ultratumba recuerda, en los días previos a la Revolución, al reaccionario marqués de Trémargat, bretón y oficial de Marina, que con su pata de palo y sus insolencias "ganaba a muchos adversarios para su partido". Otro suceso, recogido en la misma obra, describe la visita del zar Alejandro al Hospital de los Inválidos en el París de 1814, donde pudo ver a muchos de sus antiguos vencedores en Austerlitz "silenciosos y sombríos", serios y solemnes pues "no se oía más que el ruido de la pata de palo en sus patios desiertos y en la iglesia desnuda". Cuenta Chateaubriand que el Zar "se emocionó ante el ruido que hacían estos valientes". Si recurrimos a ejemplos españoles, todos más viejos que los anteriores, podemos mencionar a un soldado que sirvió en la guerra de Granada, la de la rebelión de los moriscos, apellidado Vilches y al que llamaban Pie de palo. Era, según Diego Hurtado de Mendoza, "buen hombre de campo, plático de la tierra". Este campo que se menciona no es el de las labranzas sino el de la guerra y Pie de palo mandaba, como si fuese cosa fácil, cuatro compañías, con ochocientos soldados, y atajaba barrancos entre Lanjarón y Órgiva sin mayor inconveniente. En El sitio de Breda de Calderón aparece el marqués de Barlanzón con su pata de palo, tras haber perdido, en la jornada, la pierna de "una bolada" sin darle, además, demasiada importancia al suceso pues todavía le quedaban los brazos para menear las armas. Así es como debe ser un soldado, sin lloriqueos ni complejos. Barlanzón, además, tenía muy mala opinión de los luteranos. Otro ilustre usuario de la prótesis heroica fue el marino de guerra don Blas de Lezo, llamado por sus hombres, como es sabido, Mediohombre, pues era además manco y cojo. Fueron muchos los malos ratos que dio a los ingleses.

10 comentarios:

  1. Gente dura sin duda alguna. Hay que ser de roble para seguir combatiendo habiendo perdido alguna extremidad en el combate. Como los piratas famosos de la pata de palo y el parche de tuerto.
    Recuerdo que, siendo yo niño, en el antiguo Metro de Madrid había asientos donde se leía textualmente: "reservados a caballeros mutilados", sin duda carteles antiguos, todo un detalle hacia los heridos de guerra, digo yo.
    Un saludo.

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  2. Sobrecoge imaginar la visita del zar al Hospital de los Inválidos.
    Un saludo.

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  3. De las memorias de Chateaubriand ando por el segundo tomo. Sin duda, es una lectura que requiere tiempo y parsimonia.
    Pata de palo y sin brazo, pero por lo visto la resolución la tenía intacta.

    Un abrazo.

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  4. Eran carteles relativamente antiguos. Señales de la Guerra Civil.

    Saludos don Cayetano.

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  5. A mí me impresionó mucho cuando leí esto en las Memorias de Ultratumba.

    Saludos señor DLT.

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  6. Resolución. Esa es la palabra. Y las Memorias de Ultratumba son para una lectura pausada como usted muy bien hace al respecto. Y siempre vuelvo, de vez en cuando, a dicha obra.

    Quedo muy agradecido por su comentario doña Amaltea.

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  7. Hombres duros aquellos soldados del Antiguo Régimen, acostumbrados a ver la muerte de cerca y a tener al enemigo a pocos centímetros...las mutilaciones y cicatrices eran para ellos gajes, dolorosos gajes, del oficio.

    Un saludo.

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  8. En la corte española de la Edad Moderna no debían ser extraños los generales y nobles que arrastrasen sus heridas de guerra por los palacios cual medallas y condecoraciones evidentes de sus muchas hazañas. Otra cosa es que fueran justamente recompensados.
    Saludos

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  9. La vida de soldado, Don Carolus, la vida de soldado.

    Mis saludos.

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  10. Recibían, doña Carmen, el nombre de soldados estropeados.

    Mis saludos.

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