lunes, 14 de noviembre de 2011

LA ROPILLA DEL HIDALGO

Aparecen  con frecuencia en la literatura y en las fuentes documentales. Fueron muy numerosos en Asturias, Cantabria, Vizcaya e incluso en Galicia, donde la antigüedad del linaje casaba bien con lo menguado de la bolsa. Los hidalgos de la mitad sur de España contaban con mayor caudal, eran en muchos casos titulares de mayorazgos y de tierras, aunque tampoco faltaban los que, sin mayores respetos humanos, declaraban ser pobres. Puedo citar algunos casos en Jaén entre 1635 y 1640.  No había mayor muestra de orgullo que este desdeñoso reconocimiento pues poco tenía que ver la riqueza de cada uno con ser o no hombre de obligaciones. Describo parte de la indumentaria de uno de estos hidalgos de poca o ninguna  hacienda. Se llamaba don Juan Martínez de Atocha y testó en Jaén en 1696. Dejó a su hermano,  llamado don Martín de Atocha, "el vestido nuevo con su golilla que se compone de ropilla de bayeta de Flandes negra, calzón y mangas de tafetán doble y la espada que tengo". A nueve reales se cobraba la hechura de la ropilla en 1680. Moribundo o, al menos, muy quebrantado no dudó en enumerar al escribano, una por una, las prendas. Creo yo que les tenía aprecio pues fueron buenas para ir a la plaza de Santa María, acudir a los oficios del Jueves Santo o, quién sabe, ir a la Corte a presentar un memorial. Ir por el  mundo con ropilla negra y espada al cinto era una declaración de principios. Con tal atavío no había más remedio que ser solemne. 




18 comentarios:

  1. Además el negro es muy sufrido. Si se mancha, no se nota tanto. El asunto tenía su lado práctico, además de solemne.

    Buenas noches

    Bisous

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  2. Y habrá que presumir que heredero y el difunto hidalgo compartían el mismo porte. Un patrimonio que, en caso de necesidad, podía ser empeñado. En fin, que la hidalguía precisaba mucho ingenio y cepillo para sacarle lustre al uniforme.

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  3. Ya Cervantes, se ocupa también de los ropajes con que contaba el famoso hidalgo..., que no habría dejado mucho más, si acaso un rocín flaco y un galgo corredor.

    Saludos.

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  4. Creo que la ropa ha tenido, y sigue teniendo, dos funciones principales: abrigar y/o representar. He aquí una paradigmática muestra de la segunda. Ese señor era un auténtico hidalgo español.

    Un cordial saludo.

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  5. Y es que en España hubo hidalgos pobres, de esos de "bragueta". A los que se concedía el título al
    poder demostrar el haber engendrado siete hijos varones seguidos en legítimo matrimonio. Vamos, por aportar carne de cañón para las numerosas guerras que había entonces.
    Un saludo.

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  6. La palabra hidalgo siempre me recuerda al Lazarillo de Tormes, el personaje que pasaba más hambre que Lázaro, por fuera bien vestido, presumiendo de hidalgo, pero todo era fachada.
    Un saludo.

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  7. Sufrido el color negro como, en cierta medida, sufrida era la resignación del caballero.

    Saludos Dame Masquée.

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  8. Es muy cierta su apreciación doña Amaltea. Nos imaginamos siempre a los hidalgos delgados. "Hidalgos, flacos y cuellilargos", decía el refrán.

    Mis saludos.

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  9. En Don Quijote está todo nuestro gran siglo, don Eduardo.

    Saludos.

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  10. Sobre esta cuestión escribió, creo recordar, páginas muy lúcidas nuestro maestro don Gregorio Marañón.

    Saludos, don Francisco.

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  11. Buena parte de los hidalgos formaron la mejor infantería del mundo.Y no tenían a poco servir con una simple pica.

    Mis saludos don Cayetano.

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  12. Es una palabra seria. Hidalgo, hidalguía. Hubo ahí toda una manera de concebir la vida.Y sirvió como modelo a todos los españoles durante mucho tiempo.

    Mis saludos señor de Valverde.

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  13. Es frecuente que en los testamentos, y mas que en ellos en los inventarios post mortem, se enumeren una por una las sábanas, los pucheros y hasta las ropas ajadas. No es mas extraño entonces que se legasen a los parientes unas ropas que bien valían unos buenos reales (entonces no se fabricaba en el sudeste asiático).
    Saludos

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  14. La ropa era evidentemente muy cara. Es seguro que usted ha visto infinidad de mandas testamentarias de esta naturaleza. Era, además una economía basada en la escasez. El tirar frascos o botellas de cristal a los contenedores, por ejemplo, habría causado estupefacción a la gente del siglo XVII. Lo habrían considerado el colmo del derroche.

    Saludos doña Carmen.

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  15. Qué mayor dignidad se puede exhibir que la de un hidalgo, cabeza erguida, espada al cinto y bolsa vacía.
    Un saludo cordial.

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  16. No es posible ser más solemne. Es verdad.

    Saludos señor DLT.

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  17. El deseo de aparentar, el deseo de esconder sus miserias. Eso era el sentido de la hidalguía, el orgulloso español que no tenía un duro y aparentaba ser un noble más. Eso sí, sus privilegios intocables.
    Saludos.

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  18. Desde luego don Juan. En cierta medida en este caso el hábito sí hacía al monje.

    Saludos.

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