domingo, 13 de marzo de 2011

LA OSCURIDAD DE PALACIO

Causaba extrañeza en italianos y franceses la oscuridad de Palacio. Quizás exageraban pero algo habría de verdad en sus observaciones. Había una estancia llamada "la Sala oscura". No era la única. Eran muchas las que no contaban con otra luz que la que entraba por las puertas y por ventanucos altos. Oscuros eran los interminables pasadizos y corredores, las escaleras, el acceso a las torres, las salas y las covachuelas. Sombríos como el disimulo, la doblez y el desengaño. Sepulcro de vivos es la Corte, decía Antonio Pérez.

Con tanta tiniebla era obligado que la luz fuese polilla del bolsillo real. Carl Justi, en sus estudios sobre Velázquez, afirmó que cada año se gastaban 60.000 ducados en velas y cera. Aparte el aceite de velones y candiles. Domínguez Ortiz refiere unas cuentas de la Casa Real, en 1676, donde constan "limosnas de cera" que ascendían a 10.000 ducados. Eran partidas muy elevadas. Organizar el alumbrado de Palacio era tarea del cerero, a las órdenes del mayordomo mayor.

Esta afición a los espacios con poca luz se extendía también a las casas particulares. A madame d´Aulnoy no le pasó desapercibido este hecho. Dejó constancia de la frecuencia con que se veían, en España, ventanas sin cristales. Atribuyó tal hábito al elevado precio del cristal. Puede ser. Cuando arreciaban los fríos se solían cubrir los vanos con lienzos encerados.

20 comentarios:

  1. Magistrales estas líneas sobre la oscuridad palaciega encima de lo cara que salía la cera, dato que me extraño en una anterior entrada de tu blog pero que comprobé en otra sobre judíos del mío, a cereros se dedicaban también antes de la expulsión.

    Saludos cordiales.

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  2. Muchas gracias don Eduardo. Recuerdo tu comentario sobre la cera y, en efecto, era muy cara. También es verdad que era una sociedad marcada por la escasez, en la que todo tenía un elevado coste.

    Un cordial saludo.

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  3. Una vez alguien me dijo que, a pesar de la crisis, vivía mejor que los reyes de aquellos tiempos, muertos de frío siempre en sus enormes y destartalados palacios y obligados a limpiarse el culo con un trapo. Creo que tenía razón.
    Un saludo.

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  4. A mí no me cabe la menor duda don Cayetano. Si nos referimos a la comodidad, cualquier persona de clase media vive hoy con un nivel que habría sido inalcanzable para cualquier magnate.

    Muchas gracias y saludos cordiales don Cayetano.

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  5. Cuánto cuesta darnos cuenta que la vida antigua era todo menos cómoda. Poco más de un siglo, en muchísimos lugares menos tiempo aún, es el tiempo en el que gozamos de luz a raudales gracias a uso de la energía eléctrica. Antes, siempre reyes y plebe condenados a una triste penumbra. No hay más que recordar nuestra propia situación durante un apagón, afortunadamente muy infrecuente, a la luz de dos o tres velas que apenas sirven para algo más que impedir que tropecemos al movernos entre las sombras. Y ya si hablamos de los cristales y del frío, ni le cuento. Buena cosa ésta que nos cuenta usted sobre las penalidades de la vida corriente en una antigüedad no tan lejana. Un saludo, amigo.

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  6. Y sobre todo la relación con el dolor físico. Imaginemos lo que sería la extracción de una muela. Así a palo seco. Después, creo que el contraste entre la noche y el día debía de ser brutal. La luz eléctrica supuso, de acuerdo con lo que usted afirma, un cambio radical en la propia actividad laboral y las costumbres. Es un tema apasionante.

    Gracias señor de la Terraza. Ya sabe lo que valoro sus aportaciones.

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  7. El oficio de Rey era de una dureza extrema, sometido a las rigideces de la etiqueta, entre las que destacaban la austeridad y el catolicismo extremo...extenuantes para cualquiera que no estuviera preparado e imaginemos cuanto más para un rey niño enfermo como fue Carlos II...se era Rey y al mismo tiempo preso en el Real Alcázar.

    Un saludo.

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  8. Es algo que no se me habia ocurrido nunca, el que las velas fueran caras para un Rey.
    ¿Y a nadie se le ocurrio hacer prismas en el techo para que llegara la luz diurna a las estancias?

    Me alegro a veces de vivir en esta epoca.
    Saludos.

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  9. Es la austeridad llevada a su máxima expresión, y si se produciía algún enviudamiento se tapizaban las paredes de negro y no se dejaba entrar ni un rayo de sol, no es deextrañar que se gastaran esas cantidades en velas....

    Me ha gustado mucho su entrada, dice mucho de la vida que se llevaba entonces en palacio.

    Un saludo.

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  10. Claro, hoy nos quejamos del recibo de la luz, pero entonces lo de las velas también debía de ser un problema. Algo equivalente, supongo :)

    Buenas noches, monsieur

    Bisous

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  11. Y los escrúpulos de conciencia. Imagínese, Carolus II, los tragos que debió de pasar en este aspecto Felipe IV.

    Saludos y gracias por su lúcido comentario.

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  12. ¡60.000 dcados en velas!. Pensemos, don Lorenzo, que con unos pocos ducados se pagaba el alquiler anual de una casa.

    Gracias por sus siempre bien recibidos comentarios.

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  13. Nuestro XVII son grandezas y tinieblas.

    Saludos señor de Mingo y quedo agradecido por sus documentados comentarios.

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  14. Un problema enojoso además. Y para encender las velas había que recurrir a la yesca y al pedernal. Ni siquiera había cerillas.

    Gracias Madame Masquée por sus siempre inteligentes comentarios.

    Reciba mis saludos.

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  15. Creo que la falta de luz en los palacios españoles se debe a la famosa ocultación de la persona real. Los Austrias eran reyes ausentes, difíles de ver, ocultos. Sólo hay que ver las habitaciones de Felipe II en El Escorial. Se abren a la luz, sí, pero a la luz de un espacio reservado a la familia real: los jardines del monasterio. Para llegar a ellos se debe pasar por salones, pasillos, recovecos. Imagino la experiencia de tener una audiencia con Su Majestad a horas tardías del invierno. Entre la falta de luz, la presencia del monarca más poderoso del mundo y el recorrido debía de estar uno temblando de miedo. No me extrañan las palabras del corrupto secretario real.

    Saludos

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  16. Es una interpretación muy interesante la suya. Arcanos de la realeza. Es, además, indudable que lo tenebrista armoniza a la perfección con la esencia de la Monarquía española del XVII. Hay, sin embargo, que tener en cuenta la misma afición de los españoles a los espacios sombríos.

    Saludos y gracias por su valioso comentario.

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  17. Esa tendencia a la ocultación debería ser más estudiada. Como tema literario me parece un auténtico filón. "Arcanos de la realeza". Qué bonito.
    Un saludo de su lectora.

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  18. Vivimos mejor en occidente, visitas cualquier palacio y te das cuenta. No obstante, Retablo, creo que su entrada puede dar ideas de ahorro energético a nuestros gobernantes, no sé si es bueno que lo haga, son capaces de dejarnos a 2 velas, precisamente...
    Precioso texto como siempre, interesante. Si pudiera solo leería, no haría más en todo el día.

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  19. La ocultación y lo misterioso forma parte del poder. Lo mismo que la distancia en la que, según De Gaulle, residía el prestigio. Estos rasgos eran mucho más notorios en una monarquía absoluta.

    Muchas gracias por su comentario doña Olga y saludos de su lector.

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  20. Estoy experimentando cierto desasosiego.¿Habré hecho bien?. ¿Volverá el gasógeno?. Y lo peor es que las velas no serían de cera perfumada, amarilla o blanca, sino tristes velas de sebo.

    Muchas gracias por su comentario doña Aurora. Usted sí que escribe bien.

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