sábado, 6 de noviembre de 2010

EN TIEMPOS DE CARLOS II

No faltaban novedades en el Jaén del reinado de Carlos II. Un episodio que debió de tener una gran repercusión fue el ocurrido en 1681. Todo comenzó cuando el alguacil mayor don Lucas Manuel de Velasco entró en una casa a detener a unas gentes de mal vivir. Tuvo que ser don Lucas hombre dispuesto, bragado y dispuesto a dar la cara. Cuando se disponía a hacer cumplir la Justicia del Rey los jaques le dispararon un escopetazo. Fue alcanzado por cinco balas y aunque nadie daba un ochavo por su vida la salvó. Fue gracias a que el alguacil mayor llevaba sobre su pecho un relicario de Nuestro Padre Jesús Nazareno que recibió los impactos. El cristal que resguardaba la imagen quedó intacto. El hecho fue tenido por milagroso y mandó hacer información el provisor don Juan de Quiroga y Velarde. En una escritura del escribano del Número de Jaén Ramos de Ulloa se confirma la realidad de las heridas aunque no se dice nada de milagros. Así consta que el 25 de mayo de 1681 don Lucas Manuel de Velasco, “estando de presente erido y a peligro de muerte de un carabinazo que me dieron”, declaraba no poder testar al tiempo que otorgaba poderes al corregidor de Jaén, don José Francisco de Aguirre, para que sin más tardanza le preparase la sepultura, nombrándole además albacea y “por mi eredero porque así es mi voluntad”. Actuaron como testigos los cirujanos Jacinto de Arteaga, Antonio González Bazán y Cristóbal de Ureña, que podían dar cuenta de la situación del alguacil mayor que “por la gravedad de las eridas no firmó por no poder firmar y firmó a su ruego un testigo”.

Estas líneas se escriben en conmemoración del aniversario del nacimiento de Carlos II, a raíz de la feliz iniciativa del blog Reinado de Carlos II. Respecto al suceso que se narra debo decir que se publicó en parte hace ya casi cien años, en Don Lope de Sosa. Después fue recogido por José García en su obra sobre cuentos y tradiciones de Jaén. Ángel Aponte, en un artículo publicado en una de las crónicas de la Cena Jocosa, correspondiente a 2007, editada por los Amigos de San Antón de Jaén , aportó la referencia a la escritura notarial conservada en el Archivo Histórico Provincial de Jaén..

10 comentarios:

  1. Amigo gracias por tu colaboración. Un relato muy interesante del Jaén de la época y ya sabes aquello de que las pequeñas historias locales conforman la GRAN HISTORIA.

    Un saludo.

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  2. Gracias Carolus II. Todo es poco para honrar la memoria de un rey olvidado.

    Saludos.

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  3. Muchas gracias Senovilla. Es usted muy generoso.

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  4. Si la salvación de su vida se debió a un milagro de la Provindencia y por la intercesión de Jesús Nazareno, el ámbito del suceso no ocurrió en lugar edificante. Una taberna oscura, sucia, con olor a vino picado y tocino rancio, con paja por el suelo, ratas recorriendo el lugar y poblada de los más varippintos personajes (rufianes, picaruelos, ladrones y buscavidad).

    Estos relatos curiosos de otras épocas me parecen muy interesantes, pues recojen datos menos conocidos pero más del día a día de nuestros antepasados.

    Saludos

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  5. Pues sí. El lugar del suceso no debió de ser de ambiente muy selecto. Lo describes muy bien.

    Para el alguacil Velasco, un tipo duro sin duda alguna y sospecho que poco dado a teologías, quedó claro que Dios estaba allí, para salvarlo de tal aprieto.

    Saludos.

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  6. Leyendo todavía las entradas sobre Carlos II, he venido a parar a la tuya, muy original y local.
    Local ha sido mi post también pero las circunstancias me han llevado hasta Nuevo México.
    Saludos de otro participante en el "349".

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  7. Estabamos esperando éste precioso blog desde hace mucho tiempo.

    Muchas gracias

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  8. Muchas gracias José Eduardo. Su entrada sobre Diego de Vargas es de primera. El retrato del personaje también.

    Saludos cordiales.

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  9. Muchas gracias por tu amabilidad Jan. Trataré de estar a la altura de tan selectos lectores.

    Un abrazo.

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